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Katmandú, un espejo en el cielo

Katmandú, un espejo en el cielo

Público recomendado: Jóvenes y Adultos

Icíar Bollaín vuelve a ponerse tras la cámara después de También la lluvia, su brillante aventura americana, y en este caso de nuevo se marcha a miles de kilómetros para rodar en Nepal Katmandú, un espejo en el cielo. Se trata de la historia de Laia, una maestra catalana que trabaja en una escuela de Katmandú ayudada por la nativa Sharmila. Su deseo de enseñar a los niños más pobres le va a llevar a enfrentarse a unas inercias sociales que amenazan con arruinar todo su proyecto.

La película cuenta con unos resultados técnicos excelentes: sus aspectos fotográficos y musicales son brillantes, como lo es el trabajo actoral encabezado por Verónica Echegui. Los problemas de esta película provienen del guión. Se nota demasiado el armazón ideológico sobre el que se construye la historia, y eso le resta autenticidad. Ya la primera escena del rígido colegio de monjas de la España tardofranquista evidencia sin disimulo la comparación que se quiere establecer a lo largo del film entre el modelo educativo y social de la España de entonces con el desastre educativo y social de los niños pobres del Nepal. En ambos casos, el film denuncia el peso de unas tradiciones que impiden un verdadero y libre desarrollo de la humanidad. A partir de ahí, el film despliega innumerables ideas y reflexiones que, sin detrimento de su sutileza, traspiran una forma mentis de raíz marxista, lo cual no es extraño si tenemos en cuenta que Paul Laverty ha colaborado en la construcción del guión. Además, el film tiene un problema de ritmo y de empatía emocional con el espectador, la acción avanza más con diálogos que con hechos y todo ello resiente la identificación con lo que pasa en la pantalla, que a veces se antoja previsible, literario o sencillamente tópico.

El tema del aborto, que aparece dos veces en la película, está tratado como “síntoma” de un modelo social. En una estructura en la que la mujer está reprimida por inercias y tradiciones, el aborto se propone como la dolorosa solución para que la mujer pueda aspirar a realizar sus sueños. No queremos decir que el tratamiento del tema sea frívolo -Icíar Bollaín es la antítesis de una cineasta frívola-, pero sí que es ideológico: el mensaje se impone a la realidad e impide valorar todos los factores.

Tampoco debe pensarse que el film carezca de cosas valiosas, que las hay. Pone sobre la mesa situaciones que, aunque muy conocidas, no dejan de conmover: la prostitución infantil, la explotación laboral de menores, la sociedad de castas, la situación humillante de la mujer en determinadas culturas… También la película –a través de la figura del lama- propone una valoración positiva de la espiritualidad, eso sí, sin asomo de trascendencia.

Juan Orellana

 

Ficha técnica:

España, 2011

Dirección: Icíar Bollaín.

Duración: 104 min.

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