Crítica
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El otro día leía en “El confidencial” un artículo titulado “Intimidación y soborno: ¿qué tiene de periodismo el periodismo digital?”. En el texto, su autor, Alberto Olmos, denunciaba cierta condescendencia por parte de los medios de comunicación a la hora de hablar de ciertos artistas y de ciertas obras. Si nos limitamos al cine y para entendernos, parece que Almodóvar o que Amenábar son incapaces de hacer una película mala. Existe cierta comunión por parte de determinados sectores del periodismo cultural que parecen abrazar sin fisuras las bondades de determinadas propuestas artísticas. Sobre todo, en el caso del cine, cuando aún están por estrenarse. Es como si cierto sector del periodismo cultural se dedicara a allanar el terreno de determinadas películas que por, sabe Dios qué intereses (generalmente económicos), no pueden, ni deben ser malas.
La abuela se proyectó en el pasado festival de Sitges y las críticas que uno podía leer no es que fueran buenas, es que eran entusiastas. Para la gran mayoría de los críticos parecía que La abuela no solo era una excelente película de terror, sino que además muchos la encumbraron como la mejor película de su director, Paco Plaza. Pues bien, siento disentir, La abuela no es ni una cosa ni otra.
Es más, tengo la sensación de que su director, tras el éxito de público y crítica de su última incursión en el género, Verónica (2017), Plaza haya decidido apostar por una propuesta no tan explícita en lo terrorífico y algo más arriesgada. Vaya por delante que esto suele ser buena señal (un director que se arriesga siempre es interesante) otra cosa es que los experimentos salgan bien.
Aunque La abuela es una cinta compacta, bien realizada y planteada, la propuesta de Plaza hace aguas cuando se sopone que tiene que generar una atmósfera fantástica. Es como si Plaza se hubiera preocupado tanto por el realismo y el drama de su historia que al final hubiera desatendido la variante terrorífica. El problema es que La abuela, cómo drama en sí mismo se queda un poco escaso. Y como cinta de terror ya estamos diciendo que flojea.
Dicho esto, el resultado en conjunto de La abuela es un tanto aséptico. Al menos en lo personal, a mí ni me emocionó ni me aterró. Todo está demasiado diseminado, demasiado disperso. A un lado dejamos, desde luego, su visión acerca del alma reducida, como en las propuestas más simples, a una especie de vaho brumoso que pasa de un cuerpo a otro como el que le presta una chaqueta a un amigo.
En fin, que no termina de aportar nada ni en lo dramático ni en lo terrorífico, de modo que sin desmerecer los méritos de su director, definitivamente La abuela no es la mejor película de Paco Plaza.