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La boda de Rosa

Caratula de "La boda de Rosa" (2020) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

La actriz y directora madrileña Iciar Bollaín (Katmandú, un espejo en el cielo, Mataharis, Te doy mis ojos…) inaugurará el Festival de Cine de Málaga el próximo 21 de agosto con su último trabajo, La boda de Rosa, una entrañable, original y rompedora película, para la que ha contado con Candela Peña, en su papel protagonista.

A sus 45 años, Rosa (Cándela Peña: Ayer no termina nunca, Princesas, No somos nadie…) es una persona entregada en cuerpo y alma a su familia. Cuándo no está trabajando en la empresa de ropa, acoge los encargos de su hermano Armando (Sergi López: La inocencia, Un día perfecto, El Niño…) para cuidar a sus hijos adolescentes tras su trabajo, pero el final de la jornada no acaba, pues tiene que hacerse cargo del gato de su hermana Violeta (Nathalie Poza: No sé decir adiós, Julieta, Todas las mujeres…) o acompañar al médico a su padre Antonio (Ramón Barea: Abracadabra, La corona partida, La máquina de pintar nubes…).

Todo este trajín lo plasma metafóricamente con destreza compasiva Iciar Bollaín en los primeros minutos del filme, cuando vemos a Rosa implicada en una carrera popular y a sus familiares y amigos que la animan para que vaya más deprisa. Tal es su identificación con ellos que Rosa atraviesa la meta y sigue corriendo, corriendo…

Rosa, como muchas otras “Rosas”, se percata que ha vivido siempre para los demás y decide marcharse de Valencia e irse a Benicassín, dejarlo todo, “resetear” su vida y cumplir el sueño de tener un negocio propio. Pronto descubrirá que su padre, sus hermanos y su hija tienen otros planes, y que cambiar de vida no es tan sencillo si no está en el guion familiar. Como ella no está dispuesta a dar marcha atrás, citará a hermanos y amigos en su nueva ciudad para que la acompañen en su próxima boda, un enlace “muy original”.

Hay mucho afecto, amor y compasión en el guion de Iciar Bollaín y Alicia Luna por los personajes que aparecen en pantalla. Primeramente, en Rosa por acoger con paciencia cariñosa a un padre que le reclama vivir con ella o a su hermano Armando cuando intenta quedarse con la tienda de costura de su madre, cerrada desde que se murió ésta, pero que Rosa quiere reabrir.

Bollaín y Luna dotan a Rosa de una humanidad acogedora al tiempo que firme para vivir consigo misma sin reproches. Quiere a los suyos, por encima de los abusos a la que la someten, al tiempo que reivindica sus ilusiones y expone pacientemente y sin rupturas ante su gente sus nuevos puntos de vista. Rosa reivindica desde el amor ante los suyos, no exento de firmeza, su nuevo compromiso con la vida siempre desde el realismo, eso sí con dosis de originalidad, como se evidencia en los minutos finales del filme.

Magnífica la dirección de actores por parte de Bollaín. Mayúscula está Cándela Peña, que ya trabajó con la directora madrileña en Te doy mis ojos; también el resto, como Sergi López, en el papel de hermano de la protagonista, que lucha por arreglar su matrimonio y la debacle de sus negocios. Brilla la elegancia de Ramón Barea en su dicción vocal y la dignidad de Nathalie Poza para reconocer su adicción al alcohol, que la ha llevado a perder su trabajo.

Virtuosa la fotografía de Sergi Gallardo y Beatriz Sastre y la música de Vanessa Garde.

La boda de Rosa podría pasar por una historia costumbrista con momentos de humor sin mayores pretensiones de las que se dan en el cine español (también en el foráneo), sin embargo, está recubierta de una pátina de humanidad, que la confiere una luminosidad especial a la que no hay que dar por supuesta en estos tiempos recios.

 

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