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La chica que sanaba

Crítica

Público recomendado: + 14 años

Una niña de 15 años llamada Holly, que sufre bulliying, llama a su colegio para decir que ese día se queda en casa. Poco después, se produce un incendio en la escuela en el que mueren varios alumnos. La comunidad está conmovida por la tragedia y se une para sobrellevarlo. Anna, una profesora intrigada por Holly y su extraña premonición, la invita a unirse al grupo de voluntariado que dirige. La presencia de Holly parece traer paz mental, calidez y esperanza. Pero pronto, la gente empieza a reclamar a Holly y su energía catártica, exigiendo cada vez más de la joven.

En nuestra era de la increencia y del sincretismo, una propuesta por las realidades inmateriales, sobre la conexión espiritual con los que ya no están en este mundo, da qué pensar sobre nuestro tiempo, en búsqueda de algo más allá de lo palpable. Pero a la vez, un relato sobre la vulnerabilidad de las personas y la credulidad más ingenua, del analfabetismo de las realidades espirituales y del Dios personal y vivo.

Un drama adolescente y una historia dolorosa para Holly, que le sobrepasa totalmente. Sufre la presión del grupo social, que se aferra a fuerzas misteriosas y a la necesidad de salvación de los dolores, enfermedades, y males variados; pero a la vez la directora Fien Troch cuestiona nuestra relación con los demás y con la fe humana: ¿qué nos hace creer y qué nos hace dudar? ¿Cómo nos condiciona y moldea la mirada de los demás?

No es La chica que sanaba un análisis sobre la fe en Dios y en lo sobrenatural, porque ésta no es un constructo sentimental para sentirse mejor, ni una fuerza empática con los que sufren, ni un alivio temporal de un mal. Más bien se presenta un acercamiento a alguien especial, que ha sentido en sus carnes el sufrimiento, y es capaz de sentir y compartir con los que sufren una corriente de un tipo de amor consistente y generoso.

El análisis de este fenómeno lleva a la directora a acercarse a una historia que se va extendiendo y se va convirtiendo en una espiral que poco a poco atrapa a Holly con el peso de esa especie de “santidad” que incluso la corrompe llegados a cierto punto. La chica que sanaba explora ese peligro de delegar en un individuo la responsabilidad de hacer sentir mejor a una persona, o gran número de ellas, que sufre hasta el punto de crear una dependencia insana. Es una temática poderosa y diferente, pero no integrada en la totalidad de la película, sin ningún personaje que haga algo de contraposición a la creencia de que Holly es especial.

Fien Troch, ha sido seleccionada para representar a Bélgica en los Premios Óscar por su primer largometraje, Someone Else’s Hapiness (2005), y Premio Orizzonti a la Mejor Dirección en el Festival de Venecia 2016 por Home.

La chica que sanaba pasó por la Sección Oficial del Festival de Venecia y del Festival de Gijón. También participó en el Festival de Chicago, el Festival Oostende, el Festival de Les Arcs y Festival de Geneva.

María Molina

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