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La Crónica Francesa

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +13

La crónica francesa (The French Dispatch) es la historia del último número del suplemento de un diario de Kansas en Francia, fundado cuando el heredero del periódico, Arthur Howitzer Jr. (Bill Murray) viajó a la ciudad ficticia de Ennui-sur-Blasé (en español  “Ennui” significa “aburrimiento” y “blasé” hastiado) en busca de un periodismo más pausado.

Wes Anderson (Isla de perros, El gran hotel Budapest), su afamado director, ha calificado esta película como una “carta de amor a los periodistas”, y, efectivamente es una especie de homenaje a un periodismo idílico y extraño que, indudablemente, nunca existió, pero que se inspira claramente en el estilo de The New Yorker.

El principio de la película presenta al corresponsal Herbsaint Sazerac (Owen Wilson) como guía turístico del pueblo francés. También aparecen la editora (Elisabeth Moss), el dibujante Hermes Jones (Jason Schwartzman) y otros empleados. Todos ellos actúan como secundarios, prólogo y epílogo de las otras tres historias principales.

En la primera de ellas, quizás la más entretenida, la reportera J.K.L Berensen (Tilda Swinton) ofrece una conferencia en un centro de arte de Kansas sobre la vida y la obra de Moses Ronsenthaler (Benicio Del Toro). Este es un asesino encarcelado y convertido en sensación artística por sus pinturas abstractas inspiradas en el cuerpo de Simone (Lea Seydoux), guardia de la prisión. Se trata de un disparatado episodio en el que se parodia tanto la tortura del proceso creativo como el mundo de los mercaderes de obras, representado en el personaje de Adrien Brody, que intenta explotar las creaciones de Rosenthaler.

El episodio central presenta a la periodista Lucinda Krementz (Frances McDormand), que trata de cubrir las protestas de 1968 en Francia siguiendo las andanzas de Zeffirelli (Timothee Chalamet), estudiante revolucionario con quien mantiene un inverosímil romance.

En el tercero, el escritor gastronómico Roebuck Wright (Jeffrey Wright) introduce el caso de una banda de secuestradores (entre los que se encuentran Saoirse Ronan y Edward Norton) que rapta al hijo del comisario (Winston Ait Hellal) y exige la liberación del contable corrupto conocido como “el Ábaco” (Willem Dafoe). En esta parte, además, Wes Anderson incluye un breve pasaje animado.

Como es habitual, el realizador estadounidense, amante de los colores, especialmente los saturados, juega magistralmente con ellos. En el caso de esta cinta, la combinación de los planos a color con el blanco y negro constituye una herramienta narrativa más: se utiliza para mostrar cambios psicológicos, aunque también se percibe cómo son empleados por el puro placer de hacerlo y recrearse en la fotografía. No obstante, existe una magnífica fluidez a pesar de esta alternancia de color, de manera que llega un momento en el que resulta casi imperceptible debido a una excelente labor y dominio a nivel fotográfico y de montaje.

El lema que repite Arthur Howitzer a sus periodistas es: “Intenta que suene como si lo hubieras escrito así a propósito”. Y esto es algo que se puede aplicar a La crónica francesa: cada episodio, cada personaje, cada plano, cada uso del color, cada tema, cada alusión, que se multiplican a lo largo de 108 minutos, son intencionados. Al mismo tiempo, el largometraje se mueve rápidamente para ofrecer todos esos elementos, de manera que a veces parece una maratón. Esto es algo que puede encantar a los seguidores del cineasta, pero que puede abrumar y extenuar a un público medio y/o menos aficionado y acostumbrado a su particular estilo.

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