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La deuda

Caratula de "La deuda" (2015) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes-Adultos

A pesar de la clara vocación de denuncia que quiere destapar La deuda, el filme falla al ofrecer un argumento más de telenovela al uso que de otra cosa, puesto que ninguno de los temas políticos que plantea está tratado con suficiente intensidad.

La película sigue las andanzas de Oliver Campbell, un ambicioso hombre de negocios americano, que junto a su viejo amigo peruano, Ricardo Cisneros, pretende cerrar el trato de su vida. Ambos planean explotar una antigua y olvidada deuda que el gobierno peruano tiene con sus ciudadanos. Mientras pasan los meses envueltos en sus duras negociaciones y debido al acuerdo que el gobierno prepara, el sistema de salud peruano se reduce drásticamente.

Implacables en la consecución de su objetivo, Oliver y Ricardo descubren Pampacancha, un pueblo de la sierra peruana que considera su tierra el bien más preciado. Allí topan con un severo patriarca de una familia de agricultores y con el terrateniente Caravedo, que tiene sus propios planes. La conciencia empieza a pesar sobre Ricardo Cisneros, y también a su manera sobre Oliver Campbell.

Resbaladizo debut en el largometraje del hasta ahora cortometrajista estadounidense afincado en Lima, Barney Elliott (Último recurso, 2011), La deuda es un popurrí inconcluso, arrítmico, lento, a caballo entre el suspense político y el melodrama social, que desarrolla algunas virtudes desde su puesta en escena, una estructura dramática sólida -elaborada gracias a tres tramas paralelas que acaban convergiendo- y, en líneas generales, la historia suscita una cierta reflexión sobre los actos, más o menos cuestionables de nuestra sociedad contemporánea -males morales-, que bien podrían compartir ciertas analogías con la situación económica y política de España en estos momentos. Eso no quita que las piezas del puzle que nos plantea encajen de forma excesivamente forzada y los diálogos desperdicien sus posibilidades de denuncia en argumentos simplistas, que englobaría sus defectos.

Y es que Barney Elliott ha querido poner sobre el tapete su discurso contra la expropiación salvaje de las grandes compañías sobre los más desamparados ante una fuerte crisis económica al más puro estilo Babel (2006), filme del mexicano Alejandro González Iñárritu, y el traje le queda demasiado grande. O dicho de otro modo: Elliott no consigue que su thriller sea intenso ni atractivo, ni hace que las historias de estos personajes cuajen tan bien como las de las obras de Iñárritu.

No obstante, La deuda algo destacable debe de tener si en Málaga se alzó con el premio al mejor guión original y a la mejor actriz secundaria (Elsa Olivero), independientemente de que la película cuente con un reparto de lujo. O lo que es lo mismo: la ambición mató al ratón.

 

 

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