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La deuda

Caratula de "La deuda"

Crítica

El consagrado director británico John Madden (Shakespeare in love, Su Majestad Mrs. Brown, La verdad oculta,…) afronta un remake de la película israelí La deuda (Assaf Bernstein, 2007), un thriller en torno a tres agentes del Mossad.

Con un sólido reparto en el que destacan Hellen Mirren, Tom Wilkinson, Jessica Chastain, Sam Worthington y Ciaran Hinds, la trama bascula entre dos periodos diferentes. Por un lado, en los años sesenta, cuando los agentes Rachel, Stephan y David hacen un plan para detener a un famoso nazi, “el cirujano de Birkenau”, y trasladarlo clandestinamente a Israel para procesarle. Por otro, en 1997, cuando la hija de Rachel y Stephan, presenta un libro en el que se relata aquella memorable hazaña de sus padres. Pero parece que el libro no cuenta todo lo que pasó.

La película tiene en su haber una enorme fluidez narrativa, con un entrelazamiento temporal brillante, que lejos de dificultar la comprensión, la llena de intriga y fuerza; de hecho, La deuda nos ofrece algunos momentos muy brillante de suspense. Los conflictos dramáticos y morales están muy bien expuestos y desarrollados. Y además, la banda sonora de Thomas Newman es excelente, y la interpretación de actores, impecable.

Toda la película gira en torno a dos cuestiones: en qué consiste la justicia, y en qué valor tiene la verdad. Los conflictos morales que plantea son interesantes, porque en ambos subyace la pregunta de si el bien de un pueblo, o simplemente el bien de otra persona, justifican una decisión individual que degrada moralmente al que la toma. Esa decisión puede no tener consecuencias, no hacer mal a nadie, al contrario puede parecer que es beneficiosa para todos… menos para uno mismo. Interesante cuestión que puede interpelar a quienes se dedican a la alta política: “¿Qué importa que yo me pierda moralmente si es por un bien mayor?” Este drama, que era el del unamuniano “San Manuel bueno, mártir”, concluye en el film con una tesis muy evangélica: sólo la verdad te hace libre. Y este es planteamiento más enjundioso de la película: de qué te sirve salvar el mundo si te pierdes a ti mismo. Pero todo esto planteado sin pedantería, sin discurso abstracto, desde la experiencia rea. Por ello, no estamos sólo ante un sólido film de género, sino ante un drama de altura. Una buena película.

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