Crítica

Público recomendado: +13

Película estrenada en plataformas

Nos llega una adaptación de The Dig (La excavación), una novela romántica e histórica escrita por el inglés John Preston y publicada en 2007. Ambientada en el año 1939, nos cuenta la relación entre la terrateniente Edith Pretty y Basil Browm, el excavador de Sutton Hoo (Inglaterra). Entonces, se descubrieron yacimientos funerarios de la Edad Media, datados del siglo sexto después de Cristo. El relato nos narra dicho descubrimiento mientras el mundo se preparaba para la segunda guerra mundial.

Sin embargo, en la película se descubre también un thriller romántico basado en hechos reales, que distorsiona la unidad de la película. De hecho, el autor de la novela, John Preston, decidió indagar más, al descubrir que una tía suya había participado en dicho descubrimiento.

La adaptación al cine la realiza Simon Stone, un director australiano, también de teatro, que logra con sutileza y elegancia narrar visualmente una historia cargada de matices y silencios; a pesar de tener una segunda parte algo más inestable. Si a eso le añadimos el talento de Carey Mulligan y Ralph Finnes (El paciente inglés), conseguimos una hermosa película cargada de significado, no solo para Gran Bretaña, sino para todos nosotros. La esposa de Basil lo resume muy bien en un momento de crisis de su marido, al recordarle que saber de donde procedemos es algo que las nuevas generaciones necesitan conocer. Y, ese “descubrimiento casi existencial”, es algo que durará mucho más que cualquier guerra. Este amor y ternura hacia la tradición, desde la arqueología, llega a nuestras casas (Netflix), mientras la Covid-19 también marca nuestra historia. Por eso, películas como ésta ponen el foco de atención en temas que merecen ser pensados y debatidos.

En cuanto al guion, presenta una primera parte sublime y una segunda parte con nuevas tramas que enriquecen la historia, aunque desvían el interés de los protagonistas a los secundarios. Y todo ello, tramas y personajes, se ve influenciado con la guerra, que está, en todo momento, como contexto que acompaña, mejora y agranda la realidad de una gran historia. Probablemente, la película sea criticada por incluir una trama gay. Sin embargo, la trama introduce una consecuencia lógica de lo que la película nos cuenta: que la vida es efímera y que solo cuando se habla de “la muerte” se caen las máscaras y podemos hablar del sentido de la vida con sinceridad. Aún así, es cierto que la película se desestructura justo en su parte final por este motivo. Desde un punto de vista psicológico y antropológico es interesante la relación entre Basil y el joven Robert, pues parecen padre e hijo hablando de cómo afrontar la vida.

En definitiva, un sublime y eficaz arranque. Una segunda parte algo más floja. Grandes actores y diálogos precisos que, junto a un montaje inteligente y una dirección notable, conforman una de las películas más interesantes del año. Al menos, por las grandes interpretaciones de sus protagonistas. Eso sí, el tono contemplativo de la película quizás aleje a un público más juvenil. Aún así, esta historia es una aventura, en donde la vida y la muerte, el pasado y el futuro de nuestra especie, parecen presentes en cada decisión, cada conflicto y cada plano.