Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

La fuente de las mujeres

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes y adultos

Después del éxito cosechado por su última película El Concierto, el director rumano Radu Mihaileanu vuelve con La Fuente de las Mujeres, el primer largometraje que estrena la clasificación «Especialmente recomendada para el fomento de la igualdad de género».

Esta nueva categoría, iniciativa conjunta del Instituto de Cinematografía y de las Artes Audiovisuales y el Instituto de la Mujer será aplicada en nuestro país a las películas que promuevan la eliminación de prejuicios, imágenes estereotipadas y roles en función del sexo, alienten el uso de un lenguaje no sexista o incorporen una visión igualitaria de las relaciones afectivas, entre otras condiciones.

Y efectivamente, quien vea La Fuente de las Mujeres comprobará que esta obra puede presumir de ser todo un alegato a favor de la mujer. La trama se desarrolla en una pequeña localidad de religión islámica en la que existe una tradición según la cual las mujeres deben ir a por agua a una fuente situada en un lugar de difícil acceso. El cumplimiento de esta tradición les exige auténticos sacrificios, hasta que la protagonista, Leila, decide ponerle fin y exigir a los hombres que canalicen el agua hasta la aldea. Para ello promoverá una huelga que consiste en privar a los hombres de relaciones sexuales hasta que cedan a sus deseos. Pero la lucha de Leila será más larga y más dura de lo esperado y acabará por convertirse en un desafío al orden establecido.

Resulta muy fácil hacer una lectura de la historia en clave feminista desde el punto de vista occidental. Bajo este prisma, Leila se erige en toda una heroína que desafía las normas que rigen su entorno a pesar de los riesgos que esto conlleva. La lucha de la protagonista trasciende el conflicto particular para poner de manifiesto la necesidad de un cambio en la mentalidad de sus vecinos. La fuente es tan solo una excusa para denunciar una situación de desigualdad entre el hombre y la mujer en la cultura musulmana que en Occidente se plantea de manera mucho más compleja, y cuyo desarrollo provoca nuestros días un interés a veces desmedido por equiparar los sexos en todos y cada uno de los ámbitos de nuestra cultura.

No puede negarse que el director maneja un discurso muy oportuno, que sin embargo desarrolla de manera equilibrada y conciliadora. Uno de los personajes principales nos da la clave para entender la diferencia entre el discurso feminista visceral y una reivindicación de lo que es justo, cuando se dirige a Leila con estas palabras: “Haz esa huelga, pero hazla con amor y con respeto”. Como es costumbre, destaca la capacidad de Mihaileanu para combinar la tragedia con toques de humor, y desdramatizar así las complejas situaciones ante las que sitúa a los protagonistas de sus películas. Quizá en esta ocasión haya sido un tanto reiterativo y esto haya provocado que la cinta resulte excesivamente larga, pero en cualquier caso es una película realizada con inteligencia y ternura, en la que la voluntad de los personajes de hacer el bien destaca por encima de una posible visión ideologizada de los llamados conflictos de género.

 

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad