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La hora más oscura

Caratula de "La hora más oscura" (2011) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes

Más que una película de Chris Gorak, un director curtido en el diseño artístico de algunos de los títulos más emblemáticos del cine moderno norteamericano con películas como Minority Report, El club de la lucha o El hombre que nunca estuvo allí, La hora más oscura es antes que nada una propuesta de Timur Bekmambetov, productor y alma creativa, más o menos encubierta, de la cinta.

Un film que, en esencia, viene a ser una especie de película de perfil bajo del cineasta ruso. Un planteamiento inquietante e ideas interesantes, pero un desarrollo desigual y un resultado decepcionante. La hora más oscura tiene sus ideas, de eso no cabe duda, e incluso tiene algunas imágenes verdaderamente impresionantes, pero todo parece fruto más de un empeño por apabullar al espectador que el resultado de una intención por transmitir algo más que un mero espectáculo audiovisual.

No cabe duda de que Timur Bekmambetov se ha aprendido –y has trasladado- muy bien las leyes del cine de Hollywood. El primer acierto de La hora más oscura es el de trasladar la acción a Moscú, convirtiendo la espectacular capital rusa en el centro de una inquietante invasión extraterrestre. Así, la película de Gorak, siguiendo al dictado los parámetros de Bekmambetov, que ya hizo algo parecido en su saga Los guardianes de la noche, convierte Moscú en su espectacular epicentro de acción y suspense obligando a todos los espectadores que estamos acostumbrados a que ciudades como Nueva York sean constantemente arrasadas por los más variopintos desastres de la naturaleza y más allá, ahora seamos testigo de cómo ocurre exactamente lo mismo en una ciudad como Moscú. De modo que el decorado cambia, el fondo quizá se haga algo más vistoso, exótico incluso, pero en conjunto el resultado no dista demasiado de lo que hemos visto un millar de veces.

Una pena, porque en La hora más oscura se adivina un cierto intento por alterar determinados tópicos del cine de ciencia ficción. Hay en su epicentro narrativo, cierto empeño por contar lo mismo de siempre, pero de una forma distinta, con unos elementos distintos y con unos resultados distintos. Pero el caso es que nada de esto termina de encajar. Probablemente porque sus personajes son igual de descerebrados que la peor película de adolescentes norteamericana o porque sus relaciones y sus acciones, sus motivaciones y sus decisiones carezcan de toda credibilidad. Esta, es una lección que también ha aprendido muy bien Bekmambetov, en cambio aquel día, debería haber faltado a clase.

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