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La Huérfana: El Origen

Caratula de "La Huérfana: El Origen" (2022) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

Si las secuelas suelen ser innecesarias, las precuelas todavía lo son más. Salvo contadísimas excepciones, explicar de dónde vienen ciertos personajes desmerecen el conjunto más que favorecerlo. Tal vez, el ejemplo más claro sea el de las polémicas precuelas de Star Wars, los conocidos Episodios I, II y III en donde se hacía sangre sobre el origen de un icono cultural como Darth Vader. Esto en realidad tiene su origen en lo que se ha venido a llamar posmodernismo y en la falta de creencia en los grandes relatos, las historias que no enseñaban y nos formaban como personas. Generalmente protagonizadas por mitos, o en su defecto, iconos de la cultura popular, el misterio que generaba a su alrededor solía formar parte de su propia esencia. Lo interesante de Vader no era tanto su maldad cómo el desconocimiento de las circunstancias que lo habían llevado a ser lo que es.

Dicho esto, es evidente que este tipo de disecciones en Hollywood importa más bien poco. No será la primera precuela que funciona en taquilla y como truco comercial es tan legítimo como cualquier otro y La huérfana: Primer asesinato es estrictamente eso, una estratagema comercial. El film original, dirigido por el español afincado en Hollywood Jaume Collet-Serra, fue recibido con cierto agrado por la crítica, aunque no dejaba de ser un thriller de terror más. Tal vez lo más interesante de aquella cinta original es que Collet-Serra se desenvolviera con soltura con un guion relativamente resultón que salvaba los muebles con moderada dignidad.

En esta ocasión, el director es William Brent Bell, realizador de películas como Devil Inside o The Boy, dos películas de terror correctas, si no nos ponemos demasiado exigentes. De hecho, La huérfana: Primer asesinato podría pasar por eso, por una cinta correcta si no nos ponemos demasiado exigentes. El primer problema de la película de Brent Bell es que no soporta la comparación con el film original, que como ya hemos dicho no era ninguna obra maestra. Es más, constantemente en Primer asesinato, uno tiene la sensación de que se está buscando repetir casi, palabra por palabra, el mismo esquema de la primera película. La protagonista llega a un nuevo “hogar” (sea este el que sea), es bien recibida, empiezan a pasar cosas raras, la joven se desenmascara, se lía parda. Eso sí, sabemos que la niña en cuestión no muere al final, porque estamos viendo una precuela.

Eso sí, La huérfana: Primer asesinato no es un espanto absoluto porque en el fondo Brent Bell conoce el género, lo trata con respeto y aprovecha las pocas ocasiones que le brinda el guion de David Coggeshall, firmante de títulos como Exorcismo en Georgia. Otra cosa es que resulte remotamente verosímil que Isabelle Fuhrman, trece años después de la película original, interprete al mismo personaje con nueve años menos. Parece un trabalenguas, ¿verdad? O, dicho de otro modo, que Fuhrman con 22 años interprete a una niña de nueve resulta como poco, irrisorio. Aunque se empleen efectos especiales para hacer creer lo contrario, la extrañeza que provocaba el rostro inquietantemente adulto de Fuhrman en la primera cinta aquí se torna un chiste. Los trucos funcionan es cierto, pero hay ciertos detalles, ciertas arrugas, que no se pueden disimular ni con ordenador y esto juega en contra de la película porque al final hay que creerse algo que resulta muy complicado aceptar.

Dicho esto, por más que La huérfana: Primer asesinato sea más consciente que la película de Collet-Serra de que en sí misma es pura evasión intrascendente (hay cierta condescendencia hacia la propia cinta y dura casi media hora menos, lo que siempre es de agradecer en estos casos), el guion no soporta ni eso y el film se hunde. Al final, aunque la película tenga ingredientes para construir un relato inquietante la película va a lo fácil y consigue ser aburrida. Y, esto es importante, puede que no haya un pecado mayor que ser aburrido cuando se hace cine de terror.

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