Crítica
Público recomendado: + 13
El narcotráfico es una plaga que azota Irán. Más de seis millones de iraníes son adictos. El tráfico, sea cual sea la cantidad, puede llegar a castigarse con la muerte. Este es el trasfondo de “La ley de Teherán”, un magnífico thriller dirigido por Saeed Roustayi (Teherán, 1989). La cacería del narcotraficante Nasser Khakzad Samad (Navid Mohammadzadeh) por parte del detective Samad Majidi (Payman Maadi) vertebra una trama que combina magistralmente intriga, acción y crítica social en la mejor tradición del cine y la novela negras. En efecto, en torno a esta pugnan entre los dos principales caracteres, vemos un retrato del submundo delincuencial del Irán contemporáneo que no excluye ni la corrupción ni la violencia.
Se trata de un largometraje muy ameno, cargado de suspense y con una dirección de actores magnífica. Desde el comienzo nos mantiene inmovilizados en la butaca y no tiene nada que envidiar al mejor cine de Hollywood al tiempo que lo supera, por ejemplo, en fotografía y guion. Es mucho menos predecible que algunas de las películas que andan por ahí triunfando. Mucho ojo a la carrera de los primeros minutos.
“La ley de Teherán” plantea varios debates interesantes. No los desvelaremos todos para no hacer “spoiler” así que baste apuntar, por ejemplo, al de la persecución penal del tráfico de drogas.
En Irán, tiene más o menos la misma pena traficar con unos pocos gramos que hacerlo con decenas de kilos. Esto incentiva el narco a gran escala. Puestos a arriesgar la vida, los traficantes apuestan fuerte. El mismo director se pregunta “¡Hay cerca de 10 toneladas de drogas consumidas en Irán cada día! ¿Cómo es posible que haya cada vez más drogadictos aquí, a pesar de todas estas condenas a cadena perpetua y a muerte? ¿Cómo es que la policía no puede atrapar a las principales figuras del narcotráfico? ¿Cómo es que cualquiera, esté donde esté, puede conseguir cualquier droga en menos de 3 minutos?”. El espectador puede pensar que la alternativa es la legalización o una reducción de las penas, pero esto lo conducirá inevitablemente a reflexionar sobre el modelo de ser humano, esto, es, la antropología que cada sociedad propone. Drogarse jamás es un acto individual toda vez que tiene repercusiones sociales.
La cinta ha sido un éxito sin precedentes en Irán y ha tenido nominaciones y premios internacionales; entre ellos, el premio a Mejor Película y Premio de la Crítica en el Festival de Reims 2021, el más importante del género negro. Esta vocación realista propia del “noir” se aprecia, por ejemplo, en el rodaje de escena con adictos de verdad y no con figurantes. En este aspecto del rodaje, la película es ambiciosa y el resultado es definitivamente muy satisfactorio. Las casi dos horas y cuarto que dura se hacen muy, muy cortas.
Es un peliculón. No se lo pierdan.