Crítica
Público recomendado: +18
Ventura Durall presenta un nuevo largometraje tras varios años realizando documentales desde su primera película Las 2 vidas de Andrés Rabadán (2008). En esta ocasión vuelva a contar con Àlex Brendemühl como protagonista para realizar este drama sentimental que trata sobre el perdón y la culpa en las relaciones amorosas y las conductas extrañas que a veces se generan en torno a ellas.
Jan (Àlex Brendemühl), un hombre obsesionado con los errores de su pasado, busca el reencuentro con un amor de juventud al que abandonó: Violeta (Anna Alarcón), una psiquiatra de prestigio. Es a través de su mujer Rita (Verónica Echegui) que acude a la consulta de Violeta, como Jan tratará de reescribir y redimir la historia de su vida pasada.
El director, Durall, busca transmitir al espectador una especie de parábola o moraleja sobre la importancia de los actos concretos de la vida y de cómo influyen en nuestra mente y en las conductas posteriores. El perdón tiene un papel fundamental en toda la trama. Los personajes se ven implicados en la dinámica que requiere el acto de perdonar, pues no solo cuenta el arrepentimiento del culpable, sino también la voluntad de aceptar la disculpa. El perdón no es fácil cuando la persona se ha visto tocada en lo más íntimo, cuando ha visto maltratado su corazón. La reacción inicial y más normal es blindarse, tratar de olvidar todo lo vivido con el responsable del desencanto. Pero ¿cómo reaccionar ante una petición de perdón en semejantes circunstancias? ¿Es solo el perdón un mecanismo mental para calmar una conciencia intranquila? En cualquier caso, el perdón exige que haya reciprocidad por ambas partes.
Aunque la idea sobre la que intenta profundizar el filme es buena, Ventura Durall no consigue afinar del todo, deja un relato disperso al que le falta fuerza y no llega a convencer al espectador. Esa conexión emocional que busca provocar en el público no se consigue, más allá de la sensación de verse envuelto en una atmósfera muy intensa e inquietante —y con una gran carga erótica y de desnudo—, salvando, de esta forma, el aspecto más estético y visual. Sin duda, las actuaciones de los protagonistas merecen una especial mención por su buen trabajo librando de la catástrofe a la película.