Crítica

Público recomendado: +18

El director japonés Ryûsuke Hamaguchi llamó la atención en el Festival de Locarno de 2013 con Happy Hour, una obra casi experimental de más de cuatro horas de duración. Ahora vuelve al cine de mujeres con una película que recuerda al Erich Rohmer más personal. Pero la evocación se limita al estilo de la puesta en escena, no al contenido argumental. La película de Hamaguchi está formada por tres historias independientes, de forma que el film es una colección de tres mediometrajes, unidos genéricamente por la temática del azar.

El primer relato se titula Magic, y narra la historia de una chica que se ha enamorado de un joven muy especial. Ella se lo cuenta a su mejor amiga, pero lo que no sabe es que esa amiga es la expareja del citado joven. Un triángulo amoroso que es el más rohmeriano de los tres relatos. El segundo se llama Door Wide Open y es mucho más escabroso y morboso. Una chica decide tender una trampa de seducción a un profesor muy soberbio que ha arruinado la cerrera de su amante. Quiere hacerle caer en la tentación del sexo con ella y grabarlo para hacerlo público y vengarse así, pero las cosas no van a salir como estaban previstas. El tercer episodio, Once again, se centra en una confusión de identidades entre dos antiguas compañeras de instituto.

La película en conjunto, y a pesar de querer ofrecer unas ciertas moralejas a lo Rohmer, está atravesada de algunas de las lacras de la agenda cultural del poder, tales como el relativismo o la ideología de género. La banalización del sexo, la homosexualidad, la confusión sentimental, son el telón de fondo de una película que hace del azar el único camino hacia el destino humano.