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La venganza de Jane

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes y adultos

Nuevo México, 1871. Jane Hammond es una mujer hermosa, de aspecto vulnerable pero con una gran fortaleza y capacidad de decisión. Está casada con Bill, uno de los peores bandidos de la zona, aunque para ella ha sido un buen marido que siempre ha intentado protegerla. Bill acaba de enfrentarse con su propia banda, los terribles hermanos Bishop, que lo han acribillado a balazos. Casi agonizante llega a su casa, perdida en el fondo del valle, y advierte a su esposa de que lo persiguen para acabar con él. Jane comprende que ha llegado el momento para ella de pasar a la acción. Primero pone a salvo a su hija y después decide ir a pedir ayuda a Dan Frost, un antiguo amante al que durante muchos años había creído muerto en la guerra. Juntos, Jane y Dan, prepararán una hábil estrategia para vencer a los hombres de Bishop. Pero el rencor mutuo que ambos tienen acumulado no hace nada fácil su relación.

El planteamiento es sencillo y predecible: En un territorio salvaje, en una época muy dura en que imperaba la ley del más fuerte y los pistoleros campaban por sus respetos, imponiendo el terror, derramando sin piedad la sangre de inocentes y débiles que no tenían protección ni medios para hacerles frente, una mujer fuerte está dispuesta a todo para salvar su casa y a su familia. En ese mundo hostil, en el que la mujer apenas si gozaba de derechos, Gavin O’Connor sitúa precisamente a una mujer en el centro de una historia de sacrificios, sufrimiento y lucha, reivindicando así el valor y la importancia de su puesto, en muchas ocasiones por delante del varón.

Natalie Portman está magnífica encarnando a un personaje difícil, incluso paradójico en su debilidad y su sorprendente vigor, y lo hace creíble, cercano al espectador, que empatiza fácilmente con él. El contraste entre su delicada femineidad y su coraje ante la adversidad imprime un tono épico de amargura a la historia que, en cierto modo, deja en segundo plano la crueldad que aparece en la pantalla. Joel Edgerton está también muy bien en su papel de soldado curtido en mil batallas pero que conserva en el fondo la ternura y la generosidad de un hombre bueno. El resto del elenco cumple debidamente.

La película está bien realizada, con un ritmo ágil que se mantiene sin decaer en ningún momento ni conceder un respiro a la tensión. Están presentes los temas recurrentes de un típico western: grandes espacios, caballos al galope levantando espesas nubes de polvo, tiros, lágrimas, violencia, sangre y muerte. O’Connor se recrea en espectaculares planos panorámicos del territorio, con el peligro amenazante que se adivina en el lejano horizonte en forma de siluetas de hombres a caballo que se acercan velozmente. Pero tal como anuncia el título (mucho más logrado el original –Jane got a gun– que la versión española), la película es, en realidad, el personaje de Jane, y todo lo demás resulta secundario.

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