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La verdad

Caratula de "La verdad" (2019) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

Si bien a Koreeda le gusta tratar un asunto tan caro a su compatriota Kurosawa —la verdad—, no lo hace de la misma manera. En Kurosawa parece que se estuviese hablando de la verdad esquiva, la verdad imposibilitada de ser absoluta, y no es así: en Rashomon (1950) se sentencia a favor de la libertad, y por lo tanto de la verdad como algo trascendente, muy a pesar del egoísmo de los hombres y su insistencia en no responsabilizarse por sus actos. En Koreeda, desde El tercer asesinato (2017), acudimos a una sentencia distinta, bastante más relativizante: la verdad no es una sola, sino que es ilusorio tratar de dar con ella.

Fabienne (Catherine Deneuve) ha escrito sus memorias como actriz de carácter en Francia y las ha titulado nada más y nada menos que La verdad. Desde Nueva York, en una visita sorpresa, aparecen su hija Lumir (Juliette Binoche), guionista; su yerno Hank (Ethan Hawke), actor de tercera para la televisión, con su nieta, Charlotte. Fabienne está en medio del rodaje de una película de ciencia ficción en la cual interpreta un papel pequeño para los acostumbrados, el de la hija de una mujer con cáncer que vive en el espacio y solo vuelve cada tantos años para que la enfermedad no progrese. Hacer de hija en la ficción, además del talento extraordinario de la actriz que interpreta a su madre, la confrontan con la manera en la que se ha comportado con su propia hija y su carrera. Entre reclamos de ausencias, resentimientos, faltas de atención y de interés, está la memoria: “nunca te fíes de ella”, repiten los personajes. “¿Es la verdad?” le pregunta Charlotte a su madre a propósito de algo que acaba de decirle a su abuela. El gesto de Lumir es la sentencia de este drama familiar lleno de humor.

La memoria es lo que resiste al olvido, río del Hades en Dante y la mitología griega. Y la verdad es lo que no se olvida, alétheia, aquello que se hace evidente. En esta familia todos tienen talento para aparentar, son actores: es probable que estén mintiéndose unos a otros por el mero hecho de poder hacerlo, de haberse hecho costumbre, de preferir la ficción consistente, meditada y armónica del guion a la impredictibilidad y caos de la realidad. Es evidente (es decir, es la verdad) que Fabienne ha mentido deliberadamente (y en otros casos no) en sus memorias, y eso explica en principio la visita de su hija. Lumir tiene unos cuantos malos recuerdos de su infancia, y es el padre, de nuevo esa tercera figura, quien procura hacer encajar las memorias de su exmujer y su hija, simbolizadas en un escenario de juguete que solía ser de Lumir y con el que ahora juega la pequeña Charlotte, luego de que su abuelo lo restaurase. Koreeda construye este drama encantador, sobre los límites, los umbrales, con la ligereza y frescura de los jardines que rodean la casa donde se da el encuentro familiar. Eso sí, sin olvidar, como hacen las principales, que justo detrás hay un prisión.

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