Crítica
Público recomendado: +18
Lecciones de vida: Este drama musical nos deja algunas, tomando como referente a una famosa violinista Karin Nordström, quien tras un repentino accidente, pierde la sensibilidad en tres dedos y se ve obligada a dejar de tocar el violín. El director finlandés Paavo Westerberg lleva a la gran pantalla La violinista (2019) tras triunfar como guionista en las películas Frozen Land (2005) y Frozen City (2006). Para esta ocasión, el cineasta escribe a cuatro manos junto a Emmi Pesonen (Geografía del miedo) el guion de esta convulsa historia sobre sueños y ambición.
La frustración y la angustia no siempre son malas compañeras: En el caso de la protagonista, gracias a ellas, entenderá que su vida necesita dar un giro en el plano profesional. La suya es una historia que habla de aceptación y responsabilidad, de lazos emocionales, de ambición y avaricia, narrada con amargura y dramatismo, y ahí es donde aparece la mejor de la película: la música. Las melodías de violín abarcan un papel primordial en la historia: el director se vale de las melodramáticas notas musicales para hacer énfasis en los sentimientos de los protagonistas, plasmándolos en primeros planos y recreándose en los rostros, apoyándose también en una delicada iluminación.
La protagonista vivirá una serie de cambios en su vida: algunos los asumirá de manera adulta y otros serán frutos de malas decisiones. Si bien podemos aprender algo de este largometraje será que nuestros actos tienen siempre consecuencias. La belleza de la multipremiada actriz Matleena Kuusniemi (Frozen Land), Void, Bordertown) atrae al espectador de una manera enigmática: es un rostro ecléctico, perfecto, pero apacible e impávido a la vez, fiel a ese mar de confusión en el que se halla la protagonista. Buen trabajo igualmente por parte de los finlandeses Olavi Uusivirta (Ganes), Samuli Edelmann (Misión Imposible: Protocolo Fantasma) y del danés Kim Bodnia (Killing Eve). Este último se mete en la piel de un personaje muy especial: Bjorn, director de orquesta, compañero de profesión de Karin y seleccionador de un solista para su gira por Dinamarca. El enérgico músico se convierte en una especie de guía moral de los protagonistas (Karin y Antti), a quienes ofrecerá sabios consejos sin tapujos, algo clave para el desenlace y la resolución de los conflictos internos: Bjorn es el “pepito grillo” de nuestra historia.
La violinista ha estado nominada a los “Jussi Awards” -los equivalentes finlandeses a los Oscar- y fue presentada en el “Göteborg Film Festival”, en el “European Union Film Festival” y en el “Mannheim-Heidelberg International Film Festival”.