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Lady Di

Caratula de "Diana: The Musical" (2021) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

Película estrenada en plataformas

Por si no quedara algo por decirse de Lady Di tenemos ahora el musical. En 1992 salió un libro en el que se desvelaban todos los pormenores de la ruptura entre Diana y el príncipe Carlos, y que constituye una de las fuentes del libreto del musical. En 2016, Joe Dipietro y David Bryan, autores de letra y música, comienzan a escribir el musical, destinado a Broadway. Un gran esfuerzo de producción -entre el que se encuentra la machada de un vestuario de 34 trajes en escena para el papel de Lady Di (uno cada cuatro minutos)- conduce a una prueba del musical en La Jolla Playhouse, teatro de California, cuyo director de escena, Christopher Ashley, sería el director del musical. Tras el éxito de esta primera puesta en escena, y cuando el musical está listo para su estreno en Broadway llega la pandemia y el cierre del mundo.

Al rescate de este musical sale Netflix, dispuesto a filmar la película. Durante cuatro semanas el equipo de producción y los actores se encerraron para continuar los ensayos con destino a la película. La reconversión del musical en película no supuso abandonar la idea original de seguir adelante con su estreno en Broadway, prácticamente a la vez. El éxito de diversas películas, como Chicago, en paralelo al éxito de su musical, aconsejaba esta decisión. Así que, tras su estreno en Netflix, noviembre recibe el musical, tras el parón de la pandemia.

Hay que reconocer que la historia da para un buen musical (color, glamour, belleza, amor, odio, fama…) y para todo lo que haga falta y más. Así lo vio Joe Dipietro, el letrista. Es el cuento de hadas que pasando por culebrón, novela de espías, novela negra, rosa, drama, acabó en tragedia. Baladas interesantes y buenas canciones pop-rock adornan este musical casi clean; nada de géneros más extremos, ni rap, ni reggaetón, ni trap…

La historia es bien conocida e interesa por tanto remarcar los acentos que han puesto director y letrista. Los personajes están bien tratados, sin caricaturas, se les entiende en sus grandezas y en sus miserias, en su humanidad, aunque claramente el espectador es llevado a rechazar lo que está mal. Empezamos por Lady Di. Su retrato comienza cuando con 19 años conocer a Charles, y entra en su cuento de hadas con la herida del divorcio de sus padres; Lady Di luchará por su matrimonio, luchará por sus hijos, pero cuando se torna imposible la vida normal de su matrimonio, decidirá luchar por su cuenta; indómita, y consciente de la proyección mundial de su imagen, la utilizará en su favor, y será consciente también, de ser víctima del mundo de la imagen, de la prensa y de la publicidad. Su vida no podrá ser nunca ordinaria. Carlos es más plano, apenas tiene voluntad de lucha por su matrimonio, en dos ocasiones determinadas, por lo demás, está absorbido por su relación, previa y paralela a su historia con Diana. El pasado de su tío Eduardo, que renunció al trono por el amor de una mujer americana, dos veces divorciada pesa sobre él sin que pueda nunca llegar a dar este paso tan radical. Camilla Parker Bowles es la gran antagonista, fría y calculadora, alimenta la idea de que Carlos se case con Diana, quedándose ella con las migajas del tiempo de este, pero con el premio de ser su verdadero amor, para que Diana sea madre de los herederos, pero esposa infeliz. La reina de Inglaterra, personaje distante, se preocupa por la grandeza de la Corona y media discretamente en favor de la reconciliación, pero más como gestión institucional que otra cosa. La muerte de Diana carece de aspavientos y el musical renuncia a plantear tramas conspiradoras y preguntas extrañas. La muerte es algo tan presente y tan real que no hace falta invitarla con excusas imposibles.

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