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As bestas

Caratula de "Las bestias" (2022) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

Antoine (Denis Ménochet; digno, estoico) y Olga (Marina Foïs; qué fuerza exhibe con apenas unos gestos) es un matrimonio francés que ha llegado a establecerse en un pueblito gallego hace dos años. Trabajan la tierra, la cultivan y venden sus frutos en el mercado local. Les va bien, aunque, por desgracia, un par de hermanos, vecinos, tratan a Antoine con hostilidad. En una de las tantas escenas en el bar del pueblo, donde van a emborracharse y a jugar al dominó, Xan (Luis Zahera; maravillosamente aterrador) y su hermano Lorenzo (Diego Anido; estupendo, escalofriante) hacen comentarios emponzoñados al extranjero, tratándole con aversión y con la clara finalidad de asustarlo. «En tus planes sobramos todos nosotros», le dice Xan, refiriéndose a los planes de Antoine de reconstruir las casas en su terreno para atraer a la gente y que el pueblo se llene de nuevo. El francés, estudiado, citadino, se enamoró de esa tierra junto a su mujer. Y han sido los únicos en decir que no a la corporación eólica que quiere comprar el terreno de todos para instalar molinos de viento, una paga que Xan y Lorenzo no parecen dispuestos a dejar pasar. Queda claro: Xan, al tener a un hombre leído y con familia como obstáculo para hacerse con ese dinero —el cual dice que le permitirá largarse y empezar de nuevo a él, su hermano y su madre—, es claramente un resentido.

As bestas (Rodrigo Sorogoyen, 2022), un thriller rural, por llamarlo de alguna manera, tiene una de las atmósferas más tensas y mejor conseguidas, gracias a una sólida puesta en escena, a sus largos planos, su discreto y perturbador score musical y, sobre todo, a sus actuaciones. Sin embargo, mientras más la pienso, más la encuentro desorientada. En principio solo me pareció algo gruesa –lo sofisticado de las actuaciones falta en la narración, principalmente en los diálogos— y a esto volveré más adelante. Valga decir por ahora que no sé a qué va Sorogoyen. Tampoco si él lo sabe.

Comentar As bestas habiendo visto hace algunos años el documental Santoalla (Andrew Becker y Daniel Mehrer, 2016; sobre el hecho real en el que está basada As bestas) puede venir mal, pero se hará lo que se pueda. Hay muchos datos en el documental que no es que hagan que As bestas se vea peor en comparación (de hecho, no tienen por qué compararse, es inútil) sin embargo, sí que dejan algunos interrogantes en cuanto a la toma de decisiones del guion de Sorogoyen e Isabel Peña y el objetivo del propio Sorogoyen. Por ejemplo, a qué responde el hecho de que la madre de los hermanos tenga bastante menos peso en la confabulación contra el extranjero. No quiero decir que este hecho la haga mejor o peor película. Quiero decir que da pistas acerca de la intención de Sorogoyen al contar esta historia y no otra, la cual, como comentaba, desconozco.

Y trataré de explicar por qué. Inicia con la rapa das bestas y un texto que explica en qué consiste, como haciendo un paralelo entre los caballos y los protagonistas (¿irá la peli sobre la libertad?). Continúa poniendo en contexto la vida en el pueblo y la tensión entre vecinos, para lo cual explica con abundancia de detalles qué pasa con las eólicas, y Xan da sus muy articuladas y razonadas explicaciones de por qué el francés es una puñetera piedra en su zapato (leí a Sorogoyen en una entrevista a Fotogramas, hablaba del «puñetero capitalismo»: ¿es entonces a eso a lo que va?, ¿a la estupidez monumental de creer que las grandes corporaciones vuelven malvada a la gente?). A esto me refiero con que es «gruesa», por cierto. Se le explican demasiado los motivos (de los personajes) al espectador, como si fuese necesario, y en cambio no se deja clara la sentencia (del realizador). Desorientada en macro, sobreexplicada en el detalle.

Finalmente, aparece el personaje de la hija y los problemas que derivan del hecho de que su madre quiera también permanecer en ese pueblo donde la desgracia se ha instalado (¿va sobre la familia, el amor que se tiene la pareja?). En la misma entrevista, Sorogoyen llama a su película un western. ¿Va entonces sobre el mito, lo fundacional, la ley? Al pasar lo que pasa, puede verse como fundacional en tanto es bíblico. Esto, por lo que noto del director, sucede muy a su pesar, de modo que no va a eso. ¿A qué, entonces?

Con ecos de Perros de paja, la tensión asfixiante y en especial las actuaciones excelentes, As bestas es una cinta punzante, bellamente filmada, ambientada, musicalizada. Perturbadora en el fondo y hermosa en la forma, ¿acaso va de lo mismo que Santoalla? El documental va de la envidia y el hacer el mal al prójimo con alevosía: «la felicidad atrae a las furias», escribe Louise Glück. ¿Y nuestra cinta en cuestión? Sorogoyen no responde: tiene demasiados frentes abiertos. Me quedaré con una sentencia que parece plausible: el amor, a la tierra y a la familia, triunfa cada vez.

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