Crítica
Público recomendado: +18
Jara, Álex y Miranda son tres adolescentes que han vivido prácticamente toda su vida en un centro de menores. No saben lo que es el amor de un hogar y una familia, pero entre ellas existe un vínculo afectivo.
Pronto va a ser el cumpleaños de Jara y a las tres les gustaría celebrarlo asistiendo al concierto de su cantante de trap preferida. Evidentemente no tienen dinero ni posibilidades de comprar las entradas, pero conocen a una chica, exinterna del mismo centro y algo mayor que ellas, que les ofrece la posibilidad de ganar un buen dinero teniendo citas con adultos en los baños de la estación.
Irreflexivamente aceptan, pensando que será algo esporádico y podrán dejarlo cuando gusten. En su ingenuidad no han previsto que están entrando en una red de prostitución y en un submundo tenebroso que no tiene puerta de salida.
Juana Macías, directora y coguionista junto a Isa Sánchez, tiene el valor de remover un estercolero que salió a la luz en diciembre de 2019, como consecuencia de la denuncia de una violación grupal. Poco después, un periódico balear publicó la noticia de que un grupo de menores que estaban bajo tutela del Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales se prostituían por las calles de Palma. Se investigó, hubo alguna detención pero finalmente no parece que se llegara hasta el fondo. Ahora es la cineasta quien utiliza las “armas” a su alcance —el cine— para, bajo forma de historia de ficción, dar visibilidad a la explotación sexual de menores tutelados.
La película deja además otro tema para la reflexión: ¿cuál es la hipersexualización de nuestra sociedad? Primero se crea un ambiente de utilización del sexo como mera fuente de gratificaciones, totalmente desgajado de una relación amorosa sólida y seria, se relativizan todos los valores en relación con la familia y con la dignidad del cuerpo, y luego la misma sociedad se escandaliza de lo que parece que se le ha ido de las manos.
Macías pinta muy bien a las muchachas adolescentes de hoy en día, su forma de hablar, su forma de vestir, sus gustos, su música… Además, es muy delicada con las escenas forzosamente morbosas, que no muestra de forma explícita, sino que utiliza elipsis muy bien llevadas, para sugerir el horror de lo que está sucediendo, sin necesidad de hacerlo explícito en la pantalla.
Sin embargo, se queda en los hechos vividos por esas niñas, reflejo de otras niñas, víctimas en la vida real, y pone menos consideración en las personas y en las heridas supurantes que les habrán quedado en el alma para el resto de sus vidas. ¿Cómo se salva a una niña a la que se ha rescatado de ese infierno?
A pesar de tratar un tema tan monstruoso, la película no resulta espeluznante, gracias al buen hacer de la directora, que maneja la cámara con elegancia para evitar los momentos más escabrosos sin, por ello, encubrir nada de la cruda realidad.
Mariángeles Almacellas