Crítica

Público recomendado: +18

Las cosas que decimos, las cosas que hacemos: Con este sugerente título, el director francés Emmanuel Moret explora algunos clichés y tabúes del amor en pareja: la infidelidad, los celos, el deseo, la atracción sexual y el afecto. Con sutileza en los planos, elegancia en los diálogos y austeridad en la acción, el cineasta independiente nos presenta la historia de Daphné y Maxime: Él es el primo de François, marido de Daphné. Ambos coinciden unos días, a la espera de que François regrese a casa de un viaje de trabajo. Hablando, hablando… ambos comparten sus historias de amor y sus normas impuestas, sus teorías de qué está bien y qué está mal, pero la realidad terminará dejando en entredicho sus palabras.

Siguiendo la estela del mítico Éric Rohmer (Comedias y proverbios, Pauline en la playa), nuestro director juega con una fórmula casi teatral: un grupo de parejas, con dilemas morales desde el plano amoroso, diálogos y enredos que a veces recuerdan a las corales comedias de Woody Allen, pero que en esta ocasión se tornan serias, teóricas, solemnes: en ese tono tan sutil del cine francés que entremezcla lo dramático con lo cotidiano hasta confundirlo.

Por ponerle una etiqueta, tenemos en pantalla un ejemplo de cine de autor francés, sin complejos y con un formato correcto, que lejos de funcionar para un amplio público (no es fácil hacerlo con una duración de dos horas) gustará a los amantes del cine independiente, sin prisa y sin pautas. En definitiva, es una cinta que entretiene, sugiere y plantea temas polémicos para las relaciones de pareja.

Los actores aportan a la película ese sutileza, frescura, seriedad que requiere el tono propuesto por Moret. La intérprete de Daphné es Camélia Jordana (Todos a una, Una razón brillante) quien compagina su carrera musical con el cine, y ya compartió guión con el otro protagonista, Niels Schneider, en Curiosa (Lou Jeunet, 2019).

Si analizamos la visión de Moret desde un plano humano integral, hay algo que choca. ¿Es realmente incontrolable el impulso sexual hacia esa persona que no es tu pareja, precisamente por no serlo? Nuestro protagonista, Maxime, plantea la otra cara de la moneda: quizás lo más “humano” sea, ciertamente, controlar ese deseo, reprimir el impulso. Hay un patrón que se repite sistemáticamente en todas las historias que muestra Moret: la infidelidad. Si bien, el director lo toma como elemento para describir este tipo de situaciones, llama la atención que siempre coincida el mismo desenlace, como si fuera una conducta normal dentro de las relaciones amorosas. De todas las parejas que exhibe en la cinta, ninguna es capaz de reprimir este impulso… Mucho se habla sobre ello (de ahí el título), pero finalmente, como si de una oda a la pasión irrefrenable se tratara, gana la infidelidad y la traición, situando al hombre en un podio muy inferior.