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Las ovejas no pierden el tren

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público Adecuado: Adultos

La película Las ovejas no pierden el tren es una comedia con tintes trágicos, dirigida por Álvaro Fernández Armero, conocido por otros filmes como El juego de la verdad o Todo es mentira, que regresa para contarnos una historia de él conoce bien.

El argumento del filme gira en torno a un grupo de amigos cercanos a los 40 años, que se enfrentan a los cambios que surgen en la sociedad de hoy en día. La falta de oportunidades de trabajo obliga a una pareja a irse a vivir al campo, donde la vida no resulta tan idílica; La necesidad de estar formándose constantemente para evitar el declive profesional;  Las historias de amor que raramente llegan a la promesa del “siempre” y la búsqueda de la propia identidad y sentido a la vida.

Juan (Alberto San Juan), Paco (Jorge Bosch) y Alberto (Raúl Arévalo), trabajan en el mundo del periodismo, y junto a Luisa (Inma Cuesta), mujer de Alberto, y su hermana Sara (Candela Peña), son los protagonistas de esta comedia que combina la vida diaria con situaciones surrealistas, con las que quieren que el espectador se sienta identificado. El reparto coral da luz y color a un guión irregular, gracias a las grandes interpretaciones, pero resulta muy redundante seguir cayendo en estereotipos, por no hablar de los jóvenes o no tan jóvenes cuarentañeros perdidos en la vida.

Lejos de ser una cinta para recomendar, la película se deja ver gracias a su reparto de figuras del cine español, aunque abusa de comentarios soeces y se queda en un intento. Totalmente prescindible.

 

 

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