Crítica

Público recomendado: +16

Nunca falta, siempre estrenada con demasiada antelación, la comedia romántica navideña, de toques caprianos y buenistas. Pero también, cada vez más posmoderna, en consonancia obvia con los tiempos que corren. La película británica Last Chritsmas está dirigida por Paul Feig, que lleva detrás una irregular y variada carrera cinematográfica y televisiva, no demasiado brillante. En esta ocasión asumen un proyecto personal de Emma Thompson, de la que no sólo proviene la idea, sino que produce el film y se reserva un entrañable papel.

La premisa argumental es muy clásica: Kate (Emilia Clarke) es una joven de origen yugoeslavo cuya vida se desmorona: enfrentada a sus padres, enemistada con su hermana, entregada al sexo esporádico, y cuyo deseo de triunfar en el mundo de la canción de momento se ha quedado en trabajar de dependienta en una tienda de adornos navideños en Londres. Pero un día conoce a Tom (Henry Golding), de raíces asiáticas, que traerá a su vida un halo de bondad, generosidad y paz. Pero, como pueden imaginar, el argumento nos tiene sorpresas reservadas.

La película cuenta con los ingredientes necesarios para funcionar: muchas luces navideñas, unas radiantes sonrisas de los protagonistas y una medida proporción de alegría y melancolía. Pero realmente lo único que le da una cierta nota distintiva es que, en vez de quedarse en una mera comedia romántica, la cinta va más allá y propone la entrega a los demás como el camino de la felicidad y de la reconstrucción personal. Con un toque de realismo mágico, Last Chritsmas también ofrece una discreta referencia cristiana en la medalla de San Cristóbal, venerado en la tradición ortodoxa yugoeslava, y que en el film simboliza el perdón y la reconciliación entre las hermanas.

En fin, aunque no se trata de una cinta original en su desarrollo, y cuyo singular final también tiene diferentes referentes cinematográficos previos, se puede decir que es una comedia romántica resultona, de clara vocación comercial juvenil, y que al menos propone algo más que el mero “chico conoce chica”.