Crítica
Público recomendado: +16
Si hay algo que durante la cuarentena es necesario y fundamental, es el humor; pero el inteligente. Desde que los cines cerraron por el Covid-19, las distintas plataformas audiovisuales (Netflix, HBO, Amazon Prime Video o Movistar) permiten que los estrenos lleguen directamente a los hogares. Como se dice en Moulin Rouge (2001) gracias a Queen, “el show tiene que continuar”; o lo que es lo mismo, la vida hay que seguir viviéndola y afrontándola. Y, como decía al principio, el humor, la comedia, la inteligente, es una compañera de viaje fundamental.
En este sentido se estrena la película Late Night, una comedia en donde la presentadora de un tal-show nocturno sospecha que, tras más de diez años, su programa está a punto de ser cancelado. Aunque la película cuenta con una talentosa Emma Thompson y la cinta resulta entretenida, es justo decir que recuerda demasiado a películas como El diablo de viste de Prada (2006) o Morning Glory (2010); aquella película donde un tosco Harrison Ford presenta un programa de T.V. rancio y caduco. Tanto en una como en otras, la aparición de una joven idealista será el detonante de un cambio tanto profesional como personal de los personajes.
La película está dirigida por Nisha Ganatra, directora americana con ascendencia india que recibió un premio Golden Globe, por su trabajo en la serie de T.V. Transparent (2014). También ha dirigido capítulos en series como Mr. Robot (2015) o Girls (2012). En la película que nos ocupa (Late Night), a parte de un guion algo previsible, también nos encontramos con temas valiosos como la importancia de perseguir tus sueños, la vocación o cómo la fama y el éxito pueden robarnos la identidad y la felicidad, casi sin darnos ni cuenta.
La evolución interior de la protagonista recuerda al personaje de Meryl Streep en El diablo de viste de Prada. Sin embargo, en Late Night aparece “la comedia” cómo el método para afrontar esas heridas interiores. En este sentido, la película es más original e inteligente que las anteriores. A través de sus monólogos, una estupenda Emma Thompson, descubre que más allá de hace reír, lo importante es no huir de la vida.
Por que el humor inteligente no es el chiste vulgar, sexual y facilón, vacío de contenido. Sino que es aquel que, en medio del ingenio y la creatividad, nos invita a reflexionar y a reír, al mismo tiempo. Por otro lado, también se puede convertir en ideológico, y aprovechar para lanzar mensajes a favor del aborto o de la diversidad como “mercancía” en el ambiente laboral. Como ocurre.
En definitiva, una divertida comedia llena de emoción y modernidad apta para todos los públicos que, aunque no sea una obra maestra, consigue su propósito: entretener. Eso sí Emma Thompson está soberbia, nada más que por ella, vale la pena.