Crítica
Público recomendado: +15
Los libros gozan de muy buena salud, porque llevan muchos años muriendo. No sabemos si su mala salud seguirá siendo tan mala que sobrevivirán por siempre o llegará un día en que se recuperarán de su enfermedad y morirán irremediablemente. En Libreros de Nueva York, nos encontramos con una serie de libreros independientes que mantienen una llama encendida, enamorados de una profesión verdaderamente sacramental. Un libro no es solo una serie de trozos de papel, cartón, tela o en el mejor de los casos, cueros, láminas de metal, repujados de oro, o piedras preciosas incrustadas. Es un trozo de materia vegetal que encierra historias, ideas, pensamientos, sueños, y que sirve para unir misteriosamente a miles de personas.
Libreros de Nueva York nos acerca a una realidad específica del mundo del libro: los libros antiguos, las rarezas y los libros de colección, las subastas, todo un mundo que parte de la dedicación o vocación de personas muy concretas. A partir de aquí, el documental trata de familias que han transmitido el negocio familiar de los libros en décadas en que las librerías cerraban por centenares en Nueva York; buscadores de ejemplares únicos, coleccionistas de manuscritos únicos, libreros que diseñan su librería como si fuera un propio universo, coleccionistas que gastan fortunas millonarias en un libro manuscrito por Leonardo da Vinci, o jóvenes empresarias que miran con optimismo el futuro del libro.
El documental parte de una feria anual del libro antiguo en Nueva York, entrevistando a los libreros que a ella acuden y que han sido testigos del paso de siglos de historia por sus manos, que reciben encargos millonarios para comprar ejemplares únicos en subastas de arte. Muy notable son las imágenes de archivo de una subasta en la que pujan un licitador presente y otro al teléfono, que se alza con el objeto subastado (de Leonardo da Vinci), por la increíble suma de 28 millones de dólares.
¿Qué deparará el futuro? ¿Es el principio del fin del libro? ¿Significa algo ver a veinteañeros en el metro que leen un libro en vez de wasapear?
No se puede juzgar por todo lo que no sale, pues hora y media es poco tiempo para explicar un universo; y el director ha querido centrarse no tanto en el libro común que lee la generalidad, sino el nicho muy especial del libro antiguo y raro (el caro), objeto de codicia de los coleccionistas, pero hemos disfrutado de anécdotas, curiosidades, expectativas de futuro, de ver cómo se adaptan los jóvenes libreros a los cambios culturales conservando intacto lo esencial, el respeto y el amor por estos objetos tan curiosos que desafían todo materialismo.