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Los juegos del hambre: Sinsajo, Parte 2

Caratula de "Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte 2" (2015) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes

Los juegos del hambre llega a su fin. La saga cinematográfica toca retirada con esta última entrega, segunda parte de Sinsajo.

Siguiendo el curso de otras como Harry Potter o Crepúsculo, también esta adaptación del último libro está dividida en dos partes. Y, si bien la primera parte dejaba un mal sabor de boca después de presenciar un gran desfile de casi nada, esta última despliega ciertos encantos que nunca defraudan, como acción trepidante y emociones que no se dejan de suceder. Sin embargo, sigue dejando mucho que desear.

En esta nueva entrega, los pasos de Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), ahora heroína revolucionaria, se ven llevados a una incursión en el Capitolio, donde se librará la última de las batallas contra el presidente Snow (Donald Sutherland). Katniss se aventurará en una emocionante expedición con un equipo repleto de célebres compañeros de odisea, en la que tendrán que atravesar infinidad de obstáculos, haciendo las veces de nueva edición de “Juegos del Hambre”.

Una vez más, en la película destaca una trama política especialmente condicionada por el carácter mediático: los personajes buscan transmitir, transmitir; ganar apoyos, transmitir; convencer, conquistar.

 

La película es representativa del cine fantástico de aventuras de la reciente cartelera (Divergente, El corredor del laberinto…). Prueba tras prueba, escenas de acción, efectos especiales, grandes recreaciones digitales y una dinámica banda sonora. Todo un despliegue encaminado a que uno no se aburra, que no deje de estar entretenido. Apoyando esta trama de flote, que busca sobrevivir manteniéndose en la superficie, tenemos una buena ristra de elementos: personajes exagerados, sobre o infrahumanos, que ayudan a conducir la historia en un chasquido, y después en otro, y en otro y otro. Y así, se consigue avanzar por la trama superficial de un modo superficial. Sin pasos más allá de lo emocional, efímero e inmediato.

Entrando en la complejidad que puede apreciarse en la película, debe matizarse que la película se mueve en terreno peligroso. Una vez más, y como sucede también en las obras paralelas de género (Divergente, El corredor del laberinto), el mundo entero es enemigo del protagonista. La vida consiste en huir y luchar, y sobrevivir. Sin demasiados motivos que lo fundamenten; los personajes sufren un carnaval de acontecimientos dolorosos, salvajes, inhumanos, y siguen manteniéndose en pie, porque hay que mantenerse en pie.

Entre los deshumanizados personajes, encontramos una trama de triángulo amoroso compleja, casi absurda y sin buenos fundamentos, que se derrumba por sí misma ante la imposible sostenibilidad por parte de unos personajes sin fuerza.

Es un tema destacado también el debate del valor de una vida dentro del contexto de la guerra. La película se inmiscuye en la responsabilidad de una persona sobre las vidas de los demás, y en las implicaciones que las acciones de uno pueden comportar para los otros. Un juego peligroso e incierto.

Los juegos del hambre, en su última entrega, conquista por unos cauces y decepciona por otros. Resulta entretenida y emocionante; angustiosa por momentos y trepidante casi a cada instante, sin descanso entre discursos sin fuerza y escenas de acción explosiva. Y resulta también hueca y débil, con una trama que se derrumba, llegando a caer en el desinterés o la decepción. Un gran despliegue de medios, como no puede dejar de ser, y un gran batacazo narrativo, como tampoco puede no serlo.

 

 

 

 

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