Crítica:
Público apropiado: Todos-jóvenes
Desde miles de años antes de Gru, cuando sólo eran unos diminutos organismos amarillos, los Minions se han puesto al servicio de los amos más despreciables, desde el T-Rex a Napoleón.
Ante su incapacidad para mantener a esos amos con vida, se sintieron solos, se refugiaron en el Polo Norte y cayeron en una profunda depresión. Hasta que, en 1968, tres de ellos, el inteligente Kevin, el rebelde Stuart y el adorable Bob, se lanzaron a la búsqueda de un nuevo amo malévolo. Participan así en una convención mundial de supervillanos, donde conocen a la malvadísima Scarlett Overkill, que ansía robar la corona de Isabel II de Inglaterra.
Las risas y carcajadas están aseguradas en esta precuela y spin-off de la saga Gru, resuelta con una animación espléndida, un doblaje de primera categoría y una nostálgica selección musical sesentera. Sin embargo, su guion se limita a hilvanar los gags, no logra dotar de entidad a la trama principal y abusa un poco de las bromas con doble sentido, destinadas al público adulto. En todo caso, pequeños y grandes disfrutarán con las absurdas gansadas de estos gamberros y entrañables personajillos, de lenguaje imposible, que se están ganando un puesto destacado en la historia del cine de animación.