Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

M3GAN

Caratula de "M3GAN" (2022) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

Acertada y ácida crítica a la excesiva dependencia de las máquinas, de la inteligencia artificial y de la renuncia a establecer lazos sociales en persona, dejándolo todo (o casi) al trabajo de los ordenadores, además de la excesiva voracidad comercial de algunas grandes empresas. Todo ello en un formato de suspense no excesivamente violento pero que sí aleja a los más jóvenes.

Estamos más que acostumbrados a ver muñecos poseídos (Chucky y sus interminables e incontables secuelas), personas poseídas (‘El exorcista’ así como todas las de ‘Expediente Warren’ y sucedáneas) y máquinas que se vuelven en nuestra contra (Skynet en la saga ‘Terminator’ o los robots de ‘Yo Robot’), así que una vuelta de tuerca siempre es bienvenida. En este caso gracias a un inquietante robot de aspecto femenino cuya programación incompleta va a traer muchos disgustos a su dueña y a su sobrina.

Es la nueva apuesta de Blum House en unión con Atomic Monster (empresas bajo la dirección de Jason Blum y James Waan, respectivamente). Dirige el casi desconocido Gerard Johnstone, responsable de series televisivas que aquí da un gran paso. No es Waan, cierto, pero se nota su influencia y sale con nota del reto de entregar un producto bien hecho, fotografiado y con buenos sustos, además de con una muñeca realmente convincente (gran trabajo de Weta Workshop) que logra dar muy malas vibraciones desde el primer minuto y transmitirlo todo con la mirada.

Gemma, una muy talentosa mujer dedicada en cuerpo y alma a su trabajo de diseñadora de juguetes electrónicos avanzados, recibe en un momento crítico profesional el encargo más difícil de su vida: hacerse cargo de Cady, su sobrina, quien ha perdido a sus padres recientemente en un accidente de coche. No logra conectar con ella pero sí le da una gran idea: desarrollar un robot tan avanzado que sea capaz de empatizar e, incluso, cuidarla en su lugar. Dicho y hecho, M3gan, un experimento que parece no tener límites, para bien y para mal.

Es verdad que tarda un poco en arrancar, pero también lo es que gracias a esa tranquilidad puede presentar con calma a los personajes y hacer que empaticemos con ellos, además de hacer más creíble el proceso de “transformación” del robot.

Y hay que reconocer que los mensajes están bien claros desde el principio y Johnstone entrega un producto sincero, cristalino más bien: la clara y peligrosa tendencia a pensar que las máquinas pueden hacer cosas que dependen de nosotros, que nos estamos haciendo más y más esquemáticos y fríos y que, si no ponemos unos límites, esto se nos puede ir de las manos, quizás no en la vía que propone el filme (para eso es ficción), pero sí en personas cada vez menos empáticas que dependan de las máquinas incluso para congeniar. Además de algunas empresas sin valores morales dispuestas a todo con tal de triunfar con sus productos.

Se agradece también que los padres de Cady sean conscientes de que su hija pasa demasiado tiempo con pantallas y se subraye que una educación integral proviene, sobre todo, de un padre y una madre unidos, y que si no está uno de los dos nos falta algo.

En general M3gan gustará a los fans del género y, como no tiene contenidos violentos explícitos (hay violencia, pero nunca se recrea en ella ni muestra nada desagradable) la pueden ver los jóvenes a partir de 16 años. Ah, y atención al bailecito del robot en el tramo final, tiene todas las papeletas para hacerse muy viral.

Miguel Soria

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad