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Madame Marguerite

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes-Adultos

De la mano de A Contracorriente Films llega a las salas españolas la comedia dramática del joven director y guionista francés Xavier Giannoli (Superstar, 2012), que a sus 44 años conoce muy bien el oficio, tanto por su gusto por el cine musical, como por su pericia tras la cámara, bien sea a través de su ambientación y puesta en escena, como por su ocurrencia en los diálogos o en la dirección de actores.

Madame Marguerite es su sexto largometraje y ofrece reflexiones interesantes sobre la idea de quién está cerca de mí en mi vida, si por generosidad y altruismo por un lado, y quién lo está por capricho y egoísmo.

En el filme, Marguerite Dumont (magnífica Catherine Frot) es una amante de la música y la ópera que vive en París en los años 20. Como cada año, celebra una fiesta en su mansión que reúne a un gran número de invitados que tienen en común su gusto por la música. Allí, la adinerada dama aprovecha para cantar ante su círculo de amigos más íntimo. El problema está en que, aunque ella cree que lo hace bien, la realidad es que canta fatal.

La película es un tributo musical a la ópera en la que se empastan con perfecto equilibrio la comicidad y el drama, lo ridículo y lo genial, la armonía y el desconcierto, entre la realidad de esa mujer, la realidad que le ocultan sus allegados y la otra realidad, sobre los estereotipos del arte y las rupturas del canon. De ahí que surja la pregunta dual: ¿nos reímos del personaje o entramos a conocer sus motivaciones vitales hasta descubrir que lo más grotesco puede que no sea ella ni su voz sino nuestra miseria moral? 

Y luego está la otra vertiente a la que también da lustre el filme, más arriesgada y crítica, sobre las máscaras sociales, sobre la circunstancia que obliga a que, sin querer, hagamos trizas a quien nos ayuda y soporta, es decir, un perfecto ejemplo de cinismo y frivolidad del que dan buena muestra todos los personajes. Pero a fin de cuentas, Madame Marguerite  narra una historia ideal, precisa y preciosa, a ratos previsible y frágil, pero lo suficientemente cautivadora y realista. También pone negro sobre blanco la imagen de la mujer en primer término de la pareja en los convulsos años 20. Y no porque Marguerite Dumont sea una persona ambiciosa, sino porque se presenta valiente, perseverante y consecuente, y porque sin ella no habría película. Por ello, conviene recordar la galería de personajes que la circundan y que, de un modo u otro, alimentan su mentira para sacar provecho de ella. 

Además, Giannoli filma con gran virtud una historia sutil y llena de simbolismos, aprovechando el atrezzo que la ópera proporciona a la historia, siempre en la cuerda floja ente la farsa y el ensayo fílmico: ¿qué es y dónde se encuentra el ridículo? Se echa de menos, eso sí, un mejor equilibro del tempo dramático y que el análisis sobre la sociedad y su conducta sobre el arte no tomen suficiente partido en la aventura como si lo importante fuera justificar la monótona existencia de la clase burguesa.

En fin, una película nada convencional, que elabora un retrato perturbador y divertido de una mujer cuyas grietas rompen las costuras de un entorno social encorsetado. Muy recomendable.

 

 

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