Crítica
Público recomendado: + 18
Hay dos cines de Almodóvar. El de las películas hechas desde el corazón, y el de las hechas desde la cabeza. En el corazón reside la autenticidad, y en la cabeza anidan las ideologías. Era de esperar que una película sobre la maternidad, el gran tema de Almodóvar, caería de lleno en su cine de corazón, pero es así: Madres paralelas va artificiosamente envuelto en ideología. una historia que podría haber dado lugar a una de sus mejores películas, se ve seriamente lastrada por peajes tan burdos como metidos con calzador.
Dos mujeres embarazadas se conocen en el paritorio del hospital. Janis (Penélope Cruz) espera un hijo de un arqueólogo que está casado con otra mujer. Pero ella siempre quiso ser madre y está feliz. Ana (Milena Smit) es una adolescente que fue violada por compañeros de instituto y no sabe quién es el padre de su hija. Las dos madres hacen amistad, y Janis va a ayudar a Ana a salir adelante. El problema es que esta hermosa historia se engarza artificialmente con una trama plana sobre la memoria histórica, en la que se llega a afirmar que la Guerra Civil no ha terminado aún. Por otra parte, la historia de estas dos mujeres deriva hacia un planteamiento de autodeterminación de género que ni siquiera está bien resuelto dramáticamente. El guion pasa de puntillas por la condición bisexual de los personajes, sin contexto ni hondura dramática.
Los elementos de la puesta en escena son, como siempre, brillantes, con la estética propia de Almodóvar, y la interpretación de Penélope Cruz impecable. Pero a la cinta le falta alma, le falta humor, y sobre todo, no consigue emocionar ni involucrar al público como ha sabido hacerlo en tantas ocasiones. Una ocasión perdida.