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Maggie’s Plan

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: Adultos

Maggie Hardin, una neoyorquina treintañera, convencida de que no va a encontrar el amor, decide tener un hijo por inseminación artificial. Justamente entonces conoce a John Harding, «antropólogo fictocrítico» y aspirante a escritor, y ambos se enamoran de inmediato. John, «infelizmente» casado y padre de dos hijos, encuentra en Maggie un refugio para su amargura y su frustración, pues su esposa, la terrible Georgette, es una perversa narcisista obsesionada con su éxito profesional, que ejerce sobre él un poder despótico.

Maggie ve cumplido su sueño de ser madre, pero no en solitario, sino con su propio marido. Sin embargo, tres años después, empieza a plantearse que tal vez cometió un grave error casándose, porque tampoco ahora es feliz. John, que había vivido como un esclavo de su primera mujer, actúa del mismo modo con Maggie y la carga con todas las labores y responsabilidades familiares, incluidas las que conciernen a sus hijos mayores, mientras él se dedica a escribir y mantiene interminables conversaciones con Georgette. Maggie traza entonces un plan para devolver el marido a su anterior esposa: recomponer las relaciones de John y Georgette y, así, recobrar ella su tranquilidad.

La película tiene su encanto en la primera parte, cuando vamos conociendo a los personajes, que resultan graciosos y sugerentes, sobre todo por el atractivo que les prestan unos actores de la talla de Julianne Moore y Ethan Hawke. Es también sugestivo el contraste entre los dos personajes femeninos: sofisticada, estilizada, egocéntrica y estresada la pelirroja Georgette; robusta, dinámica y decidida, la rubia Maggie; cada una de las cuales impregna con su estilo el espacio en el que se mueve. Pero el triángulo amoroso no ofrece ninguna novedad y la trama produce una sensación de «déjà-vu», que acaba haciendo el film bastante tedioso.

Parece que Rebecca Miller (hija del dramaturgo Arthur Miller) ha querido dar al film un estilo a lo Woody Allen, pero se queda a años luz del maestro. El tema de fondo de la película es la búsqueda de la felicidad, pero no acaba de arrancar. Los tres personajes centrales son tres inmaduros que buscan fuera de ellos cosas que les hagan felices, un hijo, un libro, una pareja… Georgette está vuelta sobre sí misma y el resto del mundo no le interesa más que en segundo plano; John quiere demostrarse que puede lograr escribir una novela de calidad y no es capaz de ver más allá de los capítulos que va dando a luz; Maggie desconfía de su capacidad de tener una relación duradera y quiere paliar su soledad con un hijo sin padre. Son tres «adolescentes» intentando, no ya encontrar su lugar en el mundo, sino que el mundo sea tan amable de adaptarse a cada uno de ellos.

El resultado es desigual, pues si bien la película está bien realizada, los actores son todos buenos, y, por momentos, provoca la sonrisa, el conjunto resulta flojo y en la última parte, si no abiertamente aburrido, sí bastante cansino.

 

 

 

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