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Maligno

Caratula de "Maligno" (2016) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

A ver por donde empiezo. Había cierta expectación por ver la última película de James Wan. Sus anteriores incursiones en el cine de terror (género en el que se convirtió en todo un referente) habían dejado huella. De peor a mejor, Saw (2004), Silencio desde el mal (2007), Insidious (2010) y Expediente Warren (2013) se erigieron como lo mejor del género conforme se iban estrenando erigiendo a Wan como un adalid de una nueva forma de entender el terror, con un sentido de la atmósfera casi grotesco, pero con un cuidado extremo por el suspense y por la puesta en escena.

Sin embargo, un día Wan anunció que se había cansado de hacer películas de terror. Las películas surgidas de su inverso no cesaban de estrenarse (Annabel, La monja, La llorona…) pero el cineasta de origen malayo no quería seguir provocando pavor entre el público y aceptó dirigir Fast and Furious 7 (2015). Entrar a valorar si esta película es mejor o peor porque la dirigiera Wan es tan absurdo como la propia cinta. Otro tanto de lo mismo se puede decir de Aquaman, que también dirigió Wan y que contra todo pronóstico fue un éxito. Tanto, que ya está preparando la segunda parte. Sin embargo, un día, a la mujer de Wan, Ingrid Bisu, se le ocurrió una idea terrorífica para una película y el director decidió volver al género que le dio la fama.

Dicho esto, Maligno nos cuenta la historia de Madison (Annabelle Wais), una mujer que vive con un hombre que la maltrata y ha sufrido varios abortos consecutivos y no ha podido tener un niño. Un día a su marido se le va la mano, una vez más y esa misma noche es asesinado brutalmente por una extraña figura. A partir de ese momento Madison podrá contemplar los asesinatos de esa inquietante presencia, casi fantasmal, como si estuviera en el lugar de los hechos.

Hasta aquí, más o menos lo de siempre. Mujer aterrorizada en la vida real que también parece estar atemorizada en lo intangible. Al menos durante la primera mitad del metraje porque no pasará mucho tiempo hasta que descubramos que el siniestro asesino en cuestión no tiene nada de etéreo. Es muy físico. Pela, golpea y también recibe lo suyo, aunque no parezca resentirse por ello. A partir de este momento entramos en un enrevesado culebrón en donde el pasado de Madison en un pintoresco sanatorio parecerá esconder la clave de todo.

Honestamente, les voy a confesar algo. Entré al cine esperando una película de terror y salí con una sonrisa en la boca. ¿Porque te gustó?, me preguntó un amigo. No exactamente. Salí con una sonrisa en la boca porque, o entraba en el juego o me iba del cine a mitad de película. Maligno está más cerca de Silencio desde el mal que de Expediente Warren. Por su tono, por su textura, por su violencia gratuita y por sus defectos. Sus personajes son escandalosamente simplistas y sus situaciones extremadamente estereotipadas. Sin embargo, Wan sigue demostrando que es todo un maestro en las escenas de terror. Sigue planificando como nadie las escenas de suspense y sus planos, aprovechan el formato en Scope hasta el extremo lo que suponen un constante puzle visual que obliga constantemente al espectador a estar inspeccionando cada esquina del plano en busca de aquella sombra siniestra que desentona en el conjunto.

Y, además, todo hay que decirlo, tengo que admitir que en lo personal me gusta que un director apueste de forma tan radical y extrema por una propuesta como la de Maligno. Es decir, que no le importe el “que dirán” y que, en suma, defienda un cine fantástico puro y duro sin complejos. Como decía un crítico de cine, como aquellas películas de terror que descubríamos en la trastienda de los videoclubs, loca, delirante, absurda y si entras en el juego, muy divertida. De ahí mi sonrisa al salir del cine.

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