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Marte

Caratula de "Marte (The Martian)" (2015) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes, adultos

Quedan ya lejanos los tiempos de las dos obras maestras de Ridley Scott, Alien y Blade Runner, y sin embargo cada nueva película del director inglés es recibida por la comunidad cinéfila con la esperanza de reencontrarse con ese brillo perdido.

Y aunque Marte retome el género de la ciencia-ficción y sea una buena película en líneas generales, se sigue quedando lejos de aquellos dos clásicos.

La película cuenta cómo durante una misión tripulada en Marte, uno de los astronautas es abandonado en el planeta rojo tras dársele erróneamente por muerto. El reto de la supervivencia pondrá al científico al límite de sus capacidades, a la vez que intentará comunicar con la Tierra para que sepan que está vivo.

Hay un momento visualmente muy destacado en la película, y es aquel en que el protagonista usa la madera de un crucifijo (dejado atrás por uno de sus compañeros de misión) para producir un mecanismo que resultará decisivo en su supervivencia. Por un momento el espectador puede pensar que la película va a profundizar en esa iconografía, y va a ofrecer un relato más profundo sobre un hombre solo en un entorno alienígena, que podría plantearse grandes cuestiones sobre su existencia, algo parecido a lo que vimos en Gravity. Sin embargo, Scott opta por otro camino, pues su película se limita a mostrar la aventura de supervivencia de su personaje principal, sacando provecho a su sentido del humor, a su ingenio y habilidad para resolver problemas, a su perseverancia. Pero en ningún momento hay una reflexión o un intento de profundizar en temas trascendentes. Y sin embargo, la escena del crucifijo parece concretar visualmente una de las características fundamentales del personaje: su inquebrantable fe en que logrará salir con vida, ya que es un objeto relacionado con la fe (y no cualquier otro trozo de madera) el que se transforma en tabla de salvación.

Y es que si algo tiene de valioso Marte, es precisamente ese retrato del espíritu humano que no se da por vencido ni ante los obstáculos más grandes. En una sociedad acostumbrada a la comodidad, a doblar la rodilla ante la primera dificultad, es un mensaje muy adecuado. No en vano, Scott muestra cómo el rescate del astronauta se convierte en tema de interés para todo el mundo, independientemente de la nacionalidad. Es una película que celebra la ciencia y el saber humano, pero nos recuerda que todo ello no vale de nada sin el componente humano, que como se ve en la película, muchas veces desafía al racionalismo más pragmático.

 

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