Crítica
Público recomendado: +14
Pierre es un reputado escritor que siempre ha vivido a su manera. Una noche, tras una borrachera, tiene una caída al trepar por la fachada de un hotel y las consecuencias del accidente son drásticas: sufre un coma, se parte el cráneo y pierde mucha movilidad a causa de múltiples fracturas. En estas condiciones se hace una promesa: si se recupera, cruzará Francia a pie. Dicho y hecho, tras varios meses de hospital y recibir el alta, decide atravesar solo y a pie la Francia rural, desde la Provenza hasta el Mont Saint Michel. Un recorrido de más de 1.300 kilómetros que suponen un viaje interior de búsqueda. El relato está basado en los hechos reales que se recogen en la novela Sur les Chemins Noirs, de Sylvain Tesson.
Dirigida por Denis Imbert, Vicky (2015), El secreto de Vicky (2021) y protagonizada por Jean Dujardin, que ganó el Oscar a Mejor Actor por su papel en The Artist (Michel Hazanavicius, 2011), la película tiene una estupenda fotografía y supone un recorrido colmado de hermosos paisajes por la Francia rural. El escritor, mientras avanza con dificultad por la naturaleza, hace un recorrido interior que se queda en un canto a una intocable libertad individual que los demás han de aceptar y sufrir, y también un esfuerzo personal para superar el difícil momento.
En su viaje conoce a gente diversa y en algunas partes del recorrido se ve acompañado por un amigo, una hermana y un transeúnte con quienes anda parte del camino. Las reflexiones internas y compartidas le llevan a sentencias que suenan bien, pero sin un calado antropológico o moral profundo o novedoso. Por ejemplo, el escritor dilucida en un momento dado: “Napoleón decía que hay dos clases de hombres, los que mandan y los que obedecen. Pero el emperador olvidaba un tercer grupo: los que huyen. Yo le hubiera dicho: huir es mandar. Al menos es ordenarle al destino que no tenga ningún control sobre ti.” Sin duda suena bien, pero estas sentencias carecen de la hondura de otras que vienen a la mente al contemplar la odisea de Pierre, como esa apasionante búsqueda de la verdad del joven Chris en Hacia rutas salvajes (Sean Pean, 2007). Aquel joven llega a verdades profundas como la que descubre hacia el final de su periplo: “la felicidad sólo es real cuando es compartida”, Pierre llega a paradojas como que “el progreso es una farsa”, pero lo esencial para él se queda en el derecho a “desaparecer”, a “huir” y ahí parece radicar la esencia de un concepto de libertad que no termina de convencer.
Con todo, es una interesante película, con una excelente interpretación de Dujardin, que gustará a los amantes de la naturaleza, la reflexión interior, el senderismo y los encuentros fortuitos y buscados.
Javier Figuero