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Mia madre

Caratula de "Mia Madre" (2015) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Adultos

Objetivos, deseos, ilusiones…; los afanes de la vida se filtran cuando los avatares finales de la vida afectan a quien amamos. Eso le sucede a Margheritta (Margherita (Margherita Buy: No basta una vida, La desconocida, Viajo sola…) cuando la dicen que a su madre la queda poco tiempo de vida en Mia madre, del director Nani Moretti, también actor en su última película.

Unos obreros enfrentados con la policía por el cierre de su fábrica abre esta cinta del también coguionista Moretti (Habemus Papam, Abril, La habitación del hijo…), que resulta ser el rodaje de una película social, contrapunto para observar los sentimientos enfrentados de Marguerittta, quien dirige el filme, ante el final de la vida de su madre, Ada (Giulia Lazzarini: Capitán Basilico, María Montessori, Casa di bambola…). Ante esa situación, todo queda reducido, a pesar de continuar con el rodaje, y brota su rebeldía y su desconocimiento del significado del vivir cuando afirma dolorosamente «no entender nada».

En ese camino, la acompaña y sostiene su hermano Giovanni (Moretti), quien permanece con la cabeza fría para ocuparse de los detalles que hagan más confortable los últimos momentos de su madre.

En declaraciones, Moretti no oculta lo que hay de su vida personal fuera de la ficción en Mia madre, pues, como en esta, su propia madre ejercía el mismo oficio que la protagonista y recibió similares alabanzas. «Me da vergüenza —reconoce— hablar de mi verdadera madre pero es verdad que había generaciones enteras de antiguos alumnos que seguían visitándola para hablar de todo. Esto lo supe después de su muerte. Nunca tuve puntos de apoyo y referencia entre el profesorado».

Aunque la trama principal del filme es la anticipación del duelo en las relaciones paterno-filiales y la finitud de la vida, hay también espacio para abordar el cine social y las excentricidades de los actores. Esto lo interpreta convincentemente Barry Huggins (John Turturro: Exodus, Aprendiz de gigoló, Vidas contadas…), llegado de Estados Unidos para encarnar al empresario que quiere cerrar la fábrica.

Incapaz de memorizar los textos del personaje que interpreta, su ego descomunal arremete contra factores ajenos y maltrata al personal técnico del rodaje, que aguanta pacientemente sus improperios. Sin embargo, llegará reconocer —cuando conoce la suerte de la madre de Margheritta— que lo verdaderamente importante es la realidad y no la ficción.

Mia madre es un alegato feroz para considerar lo contingente de la vida, en la cual todo se esfuma cuando nos acercamos, o alguien querido, al momento final. Y esto es pertinente, pero echamos en falta que el significado del existir (trabajar, amar, educar, desear, sufrir…) quede reducido exclusivamente al reconocimiento recibido, cerrando las puertas a cualquier planteamiento que, con ser muy significativo, transcienda este planteamiento.

 

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