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Micmacs

Caratula de ""

Crítica

El director Jean-Pierre Jeunet se desenvuelve extraordinariamente bien en el mundo de lo fantástico como ya demostró  en su mejor título, Amelie (2001). Sin embargo, este trabajo parece diseñado para un público adulto por culpa de un par de escenas de un elevado tono erótico-festivo. Y la verdad es que el argumento, en líneas generales, resulta perfectamente asumible por un público adolescente e, incluso, infantil. Por esa razón, tenemos la impresión de que el  realizador se contradice al no definirse claramente.

La película narra el modo en el que Bazil prepara su venganza contra dos magnates de la industria armamentística, ya que su padre falleció por culpa de una mina antipersona, mientras que el protagonista sufrirá los efectos de llevar una bala permanentemente en su cerebro como consecuencia de un tiroteo cercano al videoclub en el que trabajaba. Así que Bazil  tratará de hacer justicia con la ayuda de un peculiar equipo, que le ayudará en una aparente misión imposible.

Micsmacs (2011) presenta la particularidad de que iba a rodarse unos meses más tarde del estreno de Amelie, pero, por una serie de circunstancias que no vamos a explicar, no ha podido llevarse a cabo hasta el momento actual, lo que podría haber sido la continuidad de su mejor obra y hubiese funcionado mejor, dada la gran cantidad de obras de este género que se han realizado posteriormente. Un claro ejemplo lo encontramos en la española Crebisnky (2011).

El director acierta de pleno en que el personaje principal sea Dany Boon, puesto que reúne todas las cualidades gestuales y verbales necesarias para participar en este surrealista y optimista cuento repletos de guiños al cine mudo. Por otra parte, la actriz, Julie Ferrier, con su actuación, recuerda a Giulietta Masina en La strada de Fellini y donde Yolanda Moreau, conocida por una buena película como Sèraphine (2008), muestra su versatilidad. Se trata de tres papeles, que resultan entrañables por la sinceridad y la inocencia que transmiten. Para finalizar, nos quedamos con un humor que, de vez en cuando,  provoca la sonrisa y con los simpáticos autómatas creados por  El artista.

En contraposición con lo positivo, a la cinta le falta un poco de ritmo, sobrándole un cuarto de hora y, en algunos momentos, es reiterativa, mientras que en otros puede adormecer ligeramente. Además, cae en el tópico de criticar a la jerarquía eclesiástica frente al caritativo cristiano del pueblo llano.

Finalmente, la cinta es una crítica ponderada a la industria armamentística, que se pone al servicio de los dictadores africanos de turno y a los grandes grupos terroristas como el IRA o la ETA.

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