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Midnight Special

Caratula de "Midnight Special"

Crítica:

Público recomendado: Adultos

Cuando Spielberg y su legión de creativos guionistas se estrujaron la sesera para llevar a la gran pantalla su peculiar visión del “hombrecillo verde” y la ciencia ficción (en general), posiblemente desconocían el enorme impacto que tendrían en la era postmoderna del cine: ciento, miles de copias que intentaros “seguir” la estructura creada por estos.

Muy pocos han conseguido igualar la magnificencia que Spielberg logró con joyas tales Encuentros con la tercera fase, la inolvidable E.T., o la muy reivindicable Inteligencia Artificia”; con miedo de padecer “el síndrome del cliché” al hablar de un director tan comercial y renombrado sin aportar nada nuevo a lo ya escrito, es importante matizar en la importancia de la escuela creada por “el rey Midas”: el mejor ejemplo sin duda es J.J. Abrams. A este carro se suma el “último” proyecto (a falta del estreno de Loving) de Jeff Nichols, Midnight Special.

La trama es sencilla: un padre y su hijo con superpoderes intentan huir del gobierno de los Estados Unidos. A partir de esa sencilla base, somos testigos de un relato de ciencia ficción con dos partes bien diferencias: la primera, basada en un retrato intimista que narra la relación entre un padre y su hijo; y la segunda, donde la ciencia ficción y la fantasía se antepone al relato, sin palidecer la narración salvo en ciertos tramos. Con los letargos que tanto caracterizan al realizador norteamericano, Nichols construye con tono austero su peculiar visión de los encuentros con inteligencias superiores pero con las tramas que tanto lo caracterizan: las relaciones familiares, y sobre todo las creencias. Especialmente en el primer apartado, este director sabe transmitir de forma muy cercana el deterioro familiar de un padre que lo sacrifica todo por su hijo, pero sin pararse a pensar en el amor que siente por él. Ya lo pudimos ver en Mud, especialmente en Take Shelter (que incluso comparte protagonista), pero en esta obra encontramos una salvedad: la disociación con la realidad que sufre el personaje de Michael Shannon cuando descubre “la verdad” sobre su hijo; momento en el que ya entramos en la fase fantástica. Este último elemento podría hacer palidecer la obra en conjunta, y en cierto modo así sucede, pero no nos cuesta mucho reengancharnos a una narración viva, visualmente maravillosa, y dolorosamente preciosa. Como ya se ha dicho más arriba, el cast es inmejorable: con un siempre solvente Michael Shannon, y con la extensa participación de Joel Edgerton, actor en alza y que poco a poco empieza a ganar terreno en el mundo cinematográfico.

En conclusión: una obra disfrutable que continua la línea de su director iniciada por Shotgun Stories en cuanto a dramas sureños, para con el añadido de la ciencia ficción. A pesar que un principio este variación puede ocasionar cierta desconexión de la trama, el fácil volver a meterse dentro de la historia y empatizar con unos personajes bien escritos.

 

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