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Milagro en la celda 7

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

Incluso confinados o encarcelados, tenemos la necesidad de que ocurra algo extraordinario que lo arregle todo. Lo vivimos durante la cuarentena por el Covid-19 y lo hemos visto en multitud de películas en donde el protagonista ha logrado ser “feliz” entre los barrotes de una cárcel (La vida es bella, Invictus (Mandela)) o entre los barrotes de nuestra propia mente (Matrix o La vida de los otros).

En este caso nos toca comentar la película turca Milagro en la celda 7, una conmovedora historia que, aunque tiene algunas secuencias de violencia explícita, resulta una interesante propuesta familiar llena de inocencia, tradición y emoción. Aunque en ocasiones el

peca de excesiva emoción, la película funciona en fondo y forma, y se convierte en una refrescante e interesante película para “la vida en cuarentena”. El montaje resulta poco preciso en ocasiones, especialmente en la parte final y la música, que comienza con contundencia, termina cediendo ante una historia cargada de emoción que busca conmover al espectador.

Por otro lado, la película logra ser una valiosa propuesta interreligiosa, de encuentro entre las distintas religiones. En este sentido, vemos cómo la unidad no nace de hacer coincidir ideas religiosas, sino que la unidad parte de la experiencia de vivir juntos. El protagonista de la película es Memo, un discapacitado mental lleno de sencillez y verdad, que se ve envuelto un trágico accidente. La convivencia con Memo en la cárcel irá despertando, poco a poco, una opinión propia en cada uno de los presos, más allá de etiquetas políticas, penales o sociales. Muy interesante cómo los musulmanes citan tanto las Suras del Corán como a Jesucristo; no como una ideología que se repite sin más, sino como una ayuda ante los atascos mentales o las heridas interiores que nos paralizan. Porque los presos saben muy bien, que es ante la muerte donde brota la sencillez de corazón y la inteligencia para vivir; y se quedan atrás, prejuicios discriminatorios determinados por el poder, el miedo o la envidia. Como dicen los filósofos griegos del siglo V a. C., sin la muerte, sin considerar el límite que tiene la vida, no es posible entender su significado.

Los actores funcionan, en especial el trío formado por: el actor turco que interpreta a Memo, su maravillosa hija y la actriz que hace de abuela; que logra con pequeños gestos, transmitirnos más que muchos minutos enteros de voz en off no tan necesarios. Aunque pueda parece idealista en algún momento, la película toma valor y fuerza al ver en acción el enorme poder del bien, tanto en la vida cotidiana como en la social. En este sentido el candor de Memo recuerda al de películas como Yo soy Sam o Forrest Gump.

En definitiva, una notable película familiar no apta para menores, que puede ser una propuesta adecuada para este tiempo de cuarentena que está resultando tan duro para muchos. Porque todos, incluso “enjaulados”, esperamos que ocurra eso inesperado que lo cambie todo. No se la pierdan.

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