Crítica:

Público recomendado: Todos

Un relato fresco y lleno de ternura y humor inocente. Otra vez la familia es protagonista en esta 59 edición del Festival de Cine de San Sebastián y cómo marca el entorno más próximo, y aún más si se trata de una separación de unos padres con hijos pequeños.

Koichi vive con su madre y abuelos en Kagoshima, al sur de la isla de Kyushu. Es una isla cuyo protagonista es el volcán y la evolución diaria de las cenizas mientras está “durmiente”. Echa de menos “estar otra vez juntos los cuatro”, habla con su hermano pequeño Ryu cada día, es aplicado en el colegio, tiene buenos amigos, y unos abuelos adorabels y sabios.

Su hermano pequeño, Ryunosuke, vive con su padre en Hakata, al norte de Kyushu. Su padre es músico “indie”, y lucha por sobrevivir en ese mundo, compaginando con cualquier trabajo que sea su afición para poder comer. El divorcio de sus padres –tan sólo hace seis meses- les ha separado, pero Koichi solo desea que vuelvan a estar juntos.

Cuando se entera de que un nuevo tren bala a punto de inaugurarse unirá las dos ciudades, empieza a creer que ocurrirá un milagro en el momento en que los trenes se crucen a toda velocidad. Piensa que la energía que liberan será tan potente que hará que suceda un milagro.Tanto Ryu como Koichi trazan el plan de encontrarse para ver cómo coinciden ambos trenes, e irán acompañados de sus íntimos amigos, todos con sueños y anhelos intensos, para confiar en que salgan.

Koichi es un niño que ha madurado a la fuerza. Los seres más débiles que sufren la separación de sus padres son los niños. Kyu es más pequeño e inconsciente, y parece que disfruta de su vida sin casi vigilancia de su padre. Cada uno vive este drama de una manera, pero cada uno cree en que los sueños se hacen realidad.

Magnífica película con buenas dosis de humor, digna de verse.