Crítica
Público recomendado: Jóvenes y adultos
Más vertiginosa pero menos psicológica e introspectiva que las precedentes, vuelve a nuestras pantallas la quinta entrega de la saga Millenium: lo que no te mata te hace más fuerte, dirigida esta vez por el director y guionista uruguayo Fede Álvarez (Ataque de pánico, El cojonudo, No respires…).
Las tres primeras fueron de factura sueca: Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, La reina en el palacio de las corrientes de aire, todas ellas en 2009.
La hacker Lisbeth Salnader (Clarie Foy: Perturbada, En tiempo de brujas, Wreckers…) recibe el encargo de hacerse con un ambicioso programa informático que contiene gran información secreta de Estados Unidos. Pero pronto se ve atrapada, junto con el periodista Mikael Blomkvist (Sverrir Gudnasson: Call girl, Marie Kroyer, Gentlemen…) en una peligrosísima red de ciberdelincuentes criminales, dirigida por la hermana de Salander (Sylvia Hoeks: Blade runner 2049, Renegados, Tirza…), de la que no tenía noticias desde que Salander huyó de su casa cuando era pequeña por los abusos de su padre a ella y a su hermana.
De Estados Unidos, llega a Estocolmo, Edwin Needham (Keith Stanfield: Dejame salir, Máquina de guerra…), un agente de la seguridad estadounidense para dar con el paradero de los ladrones y abortar la fuga de información de la que es responsable.
La acción se sucede sin descanso con los ataques de los criminales de origen ruso tanto a Salander como al autor del programa informático que todos desean, al que acompaña su hijo pequeño. El continuo desarrollo de persecuciones, disparos y enfrentamientos no parece tener fin, donde observamos también la sangre fría y la capacidad de sufrimiento de Salander ante la violencia desatada.
Mientras que en las anteriores, Salander era más justiciera en beneficio de las mujeres que pedían su ayuda, en esta, es menor esa carga para ejercer sus dotes resolutivas en el enfrentamiento con los sanguinarios rusos. Fran Álvarez rueda con convicción estas escenas escogiendo escenarios propios del país escandinavo, donde la nieve y el frío son protagonistas. Al ser así, la fotografía se enseñorea en los parajes naturales de Suecia.
Tanto el director, también coguionista de esta cuarta entrega, como los productores han apostado por la acción sin descanso en detrimento de mostrar las psicologías de asesinos y víctimas, que vimos en las tres anteriores de cuño sueco e, incluso, en la que hizo también Robert Fincher.
En resumen, quien espere parlamentos largos y disquisiciones sobre maltratadores de mujeres y la respuesta de sus víctimas, no se encontrará con tales y sí con la contundencia y resolución de la heroína Lisbeth Salender, quien deberá, además, encontrarse con su pasado, representado por la hermana que dejó atrás cuando huyó de los abusos de su progenitor.