Crítica
Público recomendado: +13
Secuela espiritual de la muy recomendable ‘Searching’ y en la que la tecnología es un personaje protagonista más. No en vano, todo lo que vemos, de una forma u otra, procede de cámaras, ya sea de ordenadores, teléfonos o incluso relojes inteligentes.
Se ponen detrás de las cámaras los desconocidos Nicholas D. Johnson y Will Merrick, ajenos a Missing, aunque en el guion repiten Sev Ohanian y Aneesh Chaganty junto con más guionistas, todo para contarnos una historia de intrigas y alta tecnología. June tiene 18 años y ha tenido una dolorosa infancia al perder muy joven a su padre. A esto hay que sumarle la escasa gracia que le hace que su madre tenga un nuevo novio y, aún menos, que se vayan juntos de vacaciones a Colombia. Pero lo peor está por llegar cuando, el día de su llegada, no aparecen en el aeropuerto y poco a poco se va mascando la tragedia. June tendrá que emplearse a fondo como nativa digital que es y exprimir cada uno de los recursos tecnológicos a su disposición para encontrar a su madre ya que las autoridades van a un ritmo muy inferior.
Johnson y Merrick son perfectamente conscientes de que ‘Searching’ fue la novedad, la sorpresa, la revelación, y que ahora ese efecto ya no existe, así que la primera premisa de una secuela, aunque sea espiritual (personajes distintos y ni se menciona el caso de la primera película), es “si no puedes sorprender, hazla más grande”. Y así es: ahora los recursos son más numerosos y no se escatima en usar casi cualquier dispositivo actual para mostrar la evolución de la trama: desde un ordenador a un reloj inteligente, todo tiene cabida si tiene pantalla.
El ritmo, hay que reconocerlo, es vertiginoso, y los que sean ajenos a los mundos digitales, y sobre todo a las redes sociales, van a sentirse muy perdidos ya que se muestran constantemente y a toda velocidad. Hay algunos momentos (muy breves) para la reflexión y que el espectador pueda respirar, pero en general la acción nunca para. En todo caso es absolutamente loable que se haya puesto el mismo mimo que en ‘Searching’ para traducir todos los textos al castellano, una cantidad desmesurada, y además sin caer en lenguajes supuestamente progresistas políticamente correctos muy de moda en estos días.
Por desgracia sí se caen en algunas tendencias actuales (sin destripar nada) de que las mujeres pueden representar lo positivo y los hombres tienen que salir mucho peor parados. Por fortuna se tiene el acierto de volver a criticar la enorme dependencia de la tecnología y la confianza ciega en las redes sociales como forma de conocer gente y establecer relaciones personales que deberían ser presenciales, así como de que una familia desestructurada siempre pesa más en los que más hay que proteger, estos son, los hijos.
Siendo más redonda la anterior película, hay que reconocer que el desenlace es satisfactorio y uno sale del cine con dos ideas: con qué innovarán con la tercera entrega y cuánto de nuestra vida privada hay en internet y nosotros ni lo imaginamos (y, en muchos casos, no lo deseamos, pero parece que no podemos evitarlo).
Miguel Soria