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Modelo 77

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

La nueva película de Alberto Rodríguez (La isla mínima, 2014) es un interesante y violento retrato de la historia reciente de España; de cómo se vivió la muerte de Franco y los comienzos de la Transición dentro de las cárceles españolas, concretamente en relación con los derechos de los presos.

La película plantea unos personajes muy bien construidos, muy ricos en matices, que primero deciden unirse para obtener la Amnistía y luego intentan escapar de la prisión. Este doble objetivo complica un poco el ritmo de la historia y se percibe una segunda parte menos consistente que la primera. Muy bien narrada la presentación de la historia, con un personaje protagonista muy cercano al ciudadano “normal”. Por otro lado, los funcionarios del sistema carcelario se muestran más planos y algo maniqueos; pues son ejecutores corruptos que maltratan, humillan y torturan a los presos.

La película nos cuenta la historia de un joven que es encarcelado por robar 50.000 pts de una empresa. Más tarde aflorarán los entresijos del poder, de la corrupción y cómo la vulneración de los derechos humanos era el “pan nuestro de cada día”. Y este es el corazón de este proyecto: poner el foco de atención en los más débiles de los débiles, los presos; tantas veces olvidados. Como dice el filósofo Gianni Vattimo, para frenar el monstruo absolutista, la forma de testar la validez de un sistema filosófico (democrático, comunitario, …) es mirando cómo viven y cómo les afecta a los más débiles de la sociedad. En este caso, se trata de los presos que sufrieron grandes injusticias. Como diría la Madre Teresa, “los más débiles de los débiles”, que pueden también estar en las celdas olvidadas de tantas cárceles… Interesante este rasgo “caritativo” de las ideas. En este punto histórico arroja un jarro de agua fría (de realismo) al periodo de la Transición española.

A nivel técnico la película parece un reloj suizo; un montaje ágil y eficaz, una fotografía que mejora todo, unos diálogos que confirman y no se exceden y, como no, una dirección firme y sólida, como nos tiene acostumbrados el director sevillano de Grupo 7 o El hombre de las mil caras. En ocasiones recuerda a películas carcelarias como Cadena perpétua (1994), Celda 211 (2009) o el documental El cielo está rojo (2020) de la directora chilena Francina Carbonell, que obtuvo el premio Signis en el Festival de Cine Latino en 2021; al retratar con realismo y maestría la noche en que ochenta y un presos perdieron la vida en un trágico incendio, como consecuencia de condiciones carcelarias deplorables, sin humanidad, sin dignidad humana, donde los derechos humanos no son respetados. Características que muestra también la película que nos ocupa. Brutal el reparto a nivel interpretativo, especialmente Javier Gutiérrez, un caleidoscópico personaje que bien daría para una serie de T.V.

Modelo 77 ha estado en la Sección Oficial del Festival de Cine de San Sebastián en 2022 y obtuvo muy buena acogida, aunque estaba fuera de concurso. En definitiva, una contundente película de drama carcelario, muy bien ambientada, que con dureza y mucha violencia explícita, pone la atención en cómo fueron tratados los derechos de los presos tras la muerte de Franco. Muy interesante cómo muestra el director, con un sencillo pajarillo bebiendo agua de un charco, la vulnerabilidad del ser humano, cuando nos tornamos monstruos por el poder o la corrupción.

 

 

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