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Monkey Man

Crítica

Público recomendado: +18

El actor Dev Patel (Slumdog Millionaire) debuta como director con Monkey Man, una violenta película de acción, en donde un justiciero está marcado por una terrible herida personal. Muchos recordarán a este actor británico con ascendencia india: del El Exótico Hotel Marigold, Lion o la serie de Aaron Sorkin The Newsroom.

El protagonista es Kid, un delincuente que vive en la India, tratando de sobrevivir en un mundo definido por la corrupción, en donde no parece haber esperanza. La problemática afectiva que arrastra este personaje recuerda a los refugiados e inmigrantes que se ven obligados a huir de sus países. Por eso, el valor más grande del filme es poner el foco en los más débiles: ya sean de la India, de Ucrania o de Almería.

Es cierto que el grado de violencia explícita de la película es altísimo. Sin embargo, el filme presenta grandes logros técnicos, como una primera parte frenética y un montaje muy eficaz. Eso sí, en la segunda parte, más mística y mesiánica, flojea la historia e introduce a un grupo de personas transgénero, que es expresión también de la ideología de nuestra época.

Por otro lado, el exceso de violencia expresa de fondo, el deseo de justicia que todo ser humano lleva inscrito; deseo que por otra parte nos define, junto a otros muchos: como el deseo de amar y ser amado, el deseo de belleza o más básicos como el deseo de tener un hogar o pertenecer a una Comunidad que te permita ser y crecer. En este punto, de un deseo de justicia no cumplido evoca a otras películas como la saga de John Wick, Equalizer o Venganza, de Liam Nesson.

Ante el mal del mundo, las categorías humanas pretenden una respuesta justiciera no martirial. Entregar la vida, como haría el Buen Pastor, coincide más bien con una venganza física, donde el Mesías derrota con fuerza, más que con una redención espiritual en donde se entrega la vida (como hizo la Madre Teresa y como continua su Congregación).

En este film no se salva de la corrupción ninguna institución: ni la política, ni la policía, ni las iglesias ni lo religioso. Eso sí, deja abierto que, entre los más débiles, entre los oprimidos pueda surgir una esperanza nueva.

Una pena que la película no vaya más allá: si ninguna institución cumple el deseo de justicia y, aún así, todos lo llevamos inscrito, ¿no será, quizás, que ese deseo no cumplido nos invita a esperar más allá? Un hermoso flashback de la infancia del protagonista aporta algo de luz a una película bañada de sangre donde parece que el mal tiene la última palabra.

Monkey Man, como mínimo, es el debut de un director que nos recuerda que hay millones de personas gritando por ser salvadas y ayudadas en muchas partes del planeta. Eso sí, violencia y sangre sin límite ni decoro. Avisados están.

Carlos Aguilera

https://www.youtube.com/watch?v=BOSn67w68Ks

 

 

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