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Morir en paz

Crítica

Público recomendado: (+12)

Gente que se está muriendo y que afirma feliz que, por fin, ahora puede vivir, mayores a quienes se les permite poner un broche de oro a sus vidas, profesionales de la sanidad que entienden que lo verdaderamente progresista es cuidar a los más débiles, enfermeras que afirman que les gustaría morir con la paz y serenidad de sus pacientes, enfermos que llegan al hospital pidiendo el fin inmediato de su existencia y tras el primer tratamiento, “jamás vuelven a pedir ninguna inyección que acabe con su vida”, de todo esto va el sorprendente e inesperado documental Morir en Paz: Cuidados Paliativos vs Eutanasia, que puede verse gratis en la web de Goya Producciones.

Dirigido por el periodista Andrés Garrigó, quien en el 2000 creó Goya Producciones, y desde entonces se ha dedicado a la producción de documentales, películas y cortometrajes de interés humano, social, histórico y espiritual.

Uno de los testimonios de Morir en Paz es el de Pedro, casado con Pilar. Ella sobrellevó un cáncer terminal que le trataron con cuidados paliativos durante diez meses. Pedro cuenta que antes de ingresar en el hospital “mi mujer no descansaba, no dormía apenas, comía fatal… Cuando entró aquí empezó a descansar, empezó a comer, se reía: se reía con las auxiliares, con las enfermeras, con los celadores. Y eso es imposible de olvidar”.

Isabel, una mujer que sufrió abusos de su progenitor, que ejerció la prostitución, salió y entró en varias ocasiones a la cárcel, sufrió la separación de dos de sus hijas nada más nacer, que tuvo que enfrentarse con un cáncer terminal, y “de pronto -cuenta el doctor en Psicología que le atendió- llega a un hospital donde tiene a un psicólogo, que le ayuda a gestionar la culpa, tiene a un trabajador social que se preocupa por todo lo que ha sido su vida, tiene a un capellán, a un médico, que le quita los síntomas, para que pueda pensar y trabajar en todas estas cosas, y entonces ella se reencontró con sus hijas, contó su historia y decía: es que ahora puedo vivir. ¡Qué rabia!, ¿no?, la de vida que he perdido, pero me da igual haberla perdido, porque ahora puedo vivir.” La declaración es extraordinaria, y también la alegría con la que el doctor cuenta el caso de esta persona a la que ayudó a ser feliz al final de su vida.

El documental suministra datos y cifras impresionantes: 75.000 españoles cada año no podrán elegir entre cuidados paliativos o eutanasia, porque solo se les ofrecerá la eutanasia. El 5% de las muertes en Holanda ya son por eutanasia, lo que convierte a este procedimiento excepcional -eso decían sus promotores- en algo mucho más generalizado y que sigue creciendo; si se piensa despacio, resulta tremendo, más al conocer que muchas de estas personas eligen la eutanasia al verse como una carga pesada y gravosa para los demás: familia, amigos, instituciones… En Holanda el siguiente paso parece ser la “píldora del cansancio de la vida”, accesible sin receta médica, para que cualquiera pueda poner fin a sus días sin más, “que se venderán online, las comprarán en todo el mundo y los adolescentes deprimidos querrán usarlas, de verdad, que me estremece imaginar un futuro así”, afirma consternado el joven Henk Reitsema, de la Euthanasia Prevention Coalition de Holanda.

Sugerente mediometraje documental con interesantes reflexiones sobre la vida, la muerte, el sufrimiento, la enfermedad, la salud y el humanismo que se puede ver gratis en la web de Goya Producciones.

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