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Mujercitas

Caratula de "Mujercitas" (2019) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: Familiar

Mujercitas (1917) de Alexander Butler;  Mujercitas (1918) de Harley Knoles; An old-fashioned girl (1949) de Arthur Dreifus; Mujercitas (1933) de George Cukor; Mujercitas (1949) de Mervyn LeRoy;  Mujercitas (1994) de Gillian Armstrong;  Mujercitas (2019) de Greta Gerwig. No, no me he vuelto loca. Estamos ante la séptima adaptación de esta la novela de Louisa May Alcott publicada en el año 1868. Siete, ni más ni menos, sin contar con adaptaciones masculinas. Hay varias películas de “hombrecitos”, y segundas partes de las andanzas de estas cuatro hermanas años después (también basadas en posteriores novelas de la autora), además de musicales y hasta óperas.

A su vez Alcott se inspiró en una novela clásica inglesa de 1678 de John Bunyan titulada “El progreso del peregrino”,  un relato alegórico sobre un peregrino llamado Cristiano y que es considerada como una de las obras más influyentes de la historia de la literatura inglesa. Alcott, utilizando de estructura dicho libro, recoge aquí sus propias vivencias de infancia.

Nos encontramos sin duda alguna ante un clásico. Una historia de las calan en todos los públicos y en todos los tiempos, por su espontaneidad, agilidad narrativa y bien construidos personajes, que reflejan un universo humano, repleto de vida y muerte, de entusiasmo y desesperanza, de amor e injusticias.

En cuanto a la película. Por si alguno lo necesita refrescaré la memoria para los más despistados la película cuenta la historia de la familia March, una familia unida tanto por desgracias como por alegrías y constituida por la madre Margaret March y las hijas Meg, Jo, Beth y Amy, junto a un universo de amigos y vecinos que las acompañarán durante todo el relato de corte costumbrista.

Si la novela fue un éxito que suscitó numerosas secuelas, las adaptaciones cinematográficas no lo han sido menos. Clasificada de cursi por algunos críticos, nasa más lejano a la realidad pues es capaz de romper con los estereotipos de lo que debía ser la conducta “señoritas”, en una sociedad decimonónica, sobre todo a través del personaje de Jo, una auténtica revolución en lo referente a los personajes femeninos de la literatura en aquella época.

Greta Gerwig -para más señas la directora de la estupenda película Lady Bird-, quién no sólo se ocupa de la dirección, sino también del guion, imprimiendo en la historia, si cabe todavía más, su carácter rebelde e impulsivo. En una entrevista a periodistas, Gerwig confesó una especial deuda de gratitud a la novela y en la que se ve reflejada su propia trayectoria artística.

Tal y como hizo en Lady Bird, la directora, escapando de la posible ñoñería que puedan resonar en ciertas cabezas, muestra de manera divertida y actual, la realidad de un grupo de adolescentes, que se están convirtiendo en mujeres y que atraviesan el difícil puente de comenzar a tomar decisiones comprometidas y maduras.

Estupenda la estructura que elige la directora a nivel narrativo audiovisual que trascurre como en dos niveles que se influyen mutuamente, tal y como sucede en la novela original. Por un lado su etapa de madurez con su pasado de niñas. Inteligente en sus diálogos y en sus propuestas, la película, sin abandonar el espíritu clásico y altamente positivo, ensalza la fortaleza de la mujer como su valor principal. Su capacidad de liderar, de conciliar y de ser mujeres influyentes y transformadoras en su entorno.

Ni que decir tiene que el trabajo interpretativo, muy acompañado por la directora, es excepcional en todas las actrices, mostrando todo tipo de matices y recursos artísticos, para dar a cada uno de sus personajes su verdad y su sitio. Se agradece el lugar que ocupa la vida familiar, tan denostada en otras películas, como si la maternidad fuera un obstáculo para el desarrollo de la mujer. Aquí, las hermanas, ya madres se quieren, quieren a sus familias y son capaces de defender la integridad de su vida y sus decisiones personales en el mundo laboral.

Una película que recupera la felicidad de querer y sentirse querido sean cual sean nuestras decisiones, y todo ello plasmado en dos horas largas que sin embargo, n se hacen nada pesadas, por la agilidad y la frescura del guión y las interpretaciones.

En definitiva una película imprescindible para ver en familia y disfrutar de un cine hecho con amor.

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