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No llores, vuela

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes-adultos

En un perdido y helado paraje del Norte de Canadá, un trágico accidente traumatiza y distancia a una madre y a su hijo preadolescente. Veinte años después, ella es una artista famosa y una renombrada curandera, que vive alejada de la civilización, mientras que él se ha convertido en un apreciado cetrero, aunque sigue marcado por esa doble ausencia paterna y materna. Un día, una joven periodista francófona propicia un encuentro entre ambos.

Sobrina lejana del premio Nobel Mario Vargas Llosa, la peruana Claudia Llosa (‘Madeinusa’, ‘La teta asustada’) confirma sus cualidades y limitaciones en este su tercer largometraje como directora, una coproducción hispano-canadiense-francesa, rodada en inglés y francés, y con un notable reparto internacional. Se trata de un afilado melodrama familiar que goza de una sensacional dirección de actores —causa del vibrante duelo interpretativo entre Jennifer Connelly, Cillian Murphy y Mélanie Laurent— y de una abrumadora puesta en escena realista, aunque a ratos muy poética, donde la desolación de los infinitos parajes helados se convierte en símbolo poderoso de las almas magulladas de los protagonistas. En este sentido, ayudan mucho la nerviosa planificación de Llosa —casi siempre cámara en mano—, así como el fragmentado montaje de Guille de la Cal, la bellísima fotografía de Nicolas Bolduc y la música minimalista de Michael Brook.
Sin embargo, ‘No llores, vuela’ se queda a ras de suelo en intensidad emocional, quizás por culpa de su críptico acercamiento al sentido del sufrimiento, más New Age que verdaderamente religioso, aunque ciertamente abierto a una visión trascendente del ser humano. Esta carencia extrema algunas reacciones de los personajes, alejándolos así del espectador y debilitando la profunda conmoción interior que deberían provocar sus tremendos conflictos dramáticos y morales. Terrence Malick —seguramente un referente fílmico de Claudia Llosa— trató mucho mejor en ‘El árbol de la vida’ esos mismos grandes temas: la enfermedad grave, la infancia infeliz, la pérdida de un ser querido, la fe probada, la maternidad herida…

 

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