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No mires arriba

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +13

En plena amenaza por la variante Omicrom, nos llega una película apocalíptica interesante y muy bien hecha, aunque algo excéntrica para el público estándar. La película comienza cuando una estudiante de astrofísica (Jennifer Lawrence) descubre un cometa. Junto a su profesor y mentor (Leonardo DiCaprio) descubren que el cometa se dirige a la Tierra y que su impacto provocará la inevitable extinción del planeta.

Resulta interesante cómo la pandemia por La Covid-19 ha provocado varias películas apocalípticas; muy en la línea del miedo que muchas personas han (hemos) podido experimentar en estos dos últimos años. Otra película apocalíptica sería Silent Night, en donde parece que un gas mortal recorre todo territorio y termina a exterminando a todo el mundo. ¿Son pertinentes este tipo de películas en plena Navidad o tan solo se aprovechan del tiempo “vacacional” para su estreno es cines? Responderemos a esta cuestión más adelante.

No mires arriba, la película que nos ocupa está narrada desde el punto de vista de los descubridores del cometa: un doctor con ansiedad y ataques de pánico que tendrá que hablar con la Presidenta de los EE.UU. (Meryl Streep) o ante millones de personas en un programa de T.V. de gran audiencia matinal; y, por otro lado, tenemos a la talentosa Jennifer Lawrence, que representa a esa generación virtual quizás sobreprotegida e irreverente, que no conoce las guerras mundiales, pero que sabe ser valiente y perspicaz si es necesario. Una interesante pareja de científicos que tienen la misión de dar una noticia: en unos seis meses un cometa nos extinguirá a todos. Poco a poco irán descubriendo los engranajes de la política, de la economía, de los medios de comunicación y de cómo una situación apocalíptica (como la que vivimos actualmente con la Covid-19 y sus variantes) puede ser utilizada para el control de la ciudadanía y el enriquecimiento de unos pocos.

En este sentido, la película aporta un aire de frescura y “pensamiento crítico” inesperado que se agradece. Para ello, el director de El vicio del poder (2018), La gran apuesta (2015) y la serie de T.V. Succession (2018), utiliza un tipo de narración que puede recordar a algunos al género documental; lo que puede aburrir a unos y generar interés en otros. En cualquier caso, la película mezcla con inteligencia los momentos cómicos con los dramáticos, llevando a nuestros dos protagonistas a un sin fin de vivencias límite en situaciones extremas.

Vale la pena destacar las reflexiones que plantea sobre: la identidad (si un algoritmo puede o no decir quien “soy”), sobre las relaciones personales, el valor de la familia, sobre el perdón o, incluso, de la fe. El personaje de Timothée Chalamet (Dune, Call my your name), un joven evangélico de unos veinte seis años, aporta una reflexión sencilla y sin pretensión sobre la fe y Dios. Este personaje otorga una dimensión imprevista a una película que parecía dominada por la crítica antisistema, el capitalismo feroz y la superficialidad de las relaciones humanas. Pero, el personaje del Timothée no es solo interesante porque introduzca la fe en la trama principal, sino porque al verle, intuimos una actitud interesante, atenta y con cierta consistencia frente a la vida, en medio de unas circunstancias tan terribles; como cuando le dice a la chica que quiere besarla, no porque sea solo el fin del mundo, sino porque le gusta. Sabe “estar”, no se abandona ni se deja “arrastrar” por lo que ocurre. Hay algo más que el vacío o la nada dominando sus acciones.

¿Tiene algún sentido estrenar películas apocalípticas en Navidad; películas que parecen ser justo lo contrario a la Navidad? Pues yo creo que sí, que tiene sentido estrenarlas. Como podemos ver en No mires arriba, muchas veces vivimos aletargados y dominados por las redes sociales y por nuevos “becerros de oro”; no prestamos atención a lo importante y vivimos distraídos y descentrados. A veces, el dolor, el sufrimiento o la posibilidad de extinguirnos, pueden tener la función de “despertarnos” de esa anestesia. ¿De qué sirve el anuncio de la Navidad si no hay nadie escuchando?

En definitiva, una interesante película con cierto aire documental que, entre risas y lágrimas, nos hace reflexionar sobre el fin del mundo. Muy recomendable para aquellas personas que precisen de una “sacuda existencial” para recuperar el valor de lo sencillo y hermoso que nos rodea. Muy reveladora una de las frases del doctor que interpreta DiCaprio: “Si al final, va a resultar que ya lo teníamos todo”. No se la pierdan.

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