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Noche real

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes

8 de mayo de 1945. Europa exulta de alegría. La victoria de los Aliados sobre los alemanes ha sido total y definitiva. La guerra ha terminado. Londres se ha echado a la calle para celebrar ruidosamente el fin del sufrimiento. La noche va a ser una fiesta en todos los barrios, en todos los rincones. En el palacio de Buckingham, el rey Jorge VI prepara su discurso. Junto a él su esposa, la reina Isabel. Después de mucho insistir, las princesas Isabel –a la que llaman familiarmente Lillibeth– y Margarita consiguen que sus padres les permitan salir de incógnito, bien escoltadas por dos oficiales de absoluta fiabilidad, para vivir la fiesta mezcladas entre el pueblo.

Margarita, muy joven e inexperta –en mayo del 45 todavía no había cumplido 15 años–, no mide las posibles consecuencias de sus actos espontáneos e irreflexivos, y pronto se pierde del control de su escolta. Isabel, sólo cuatro años mayor pero, aunque más sensata, con la misma inexperiencia que su hermana pequeña, sale tras ella. Sin embargo, la noche londinense es una auténtica locura de festejos por la paz y no resulta nada fácil dar con una persona en medio de la turbamulta. En su divertido periplo, Isabel conoce a Jack Hodges, un soldado de ideología republicana, escéptico con la función de la monarquía y casi decidido a desertar del ejército en el que ha combatido. Él será su compañero y su apoyo en la búsqueda de la hermana perdida, por supuesto totalmente desconocedor de la auténtica identidad de la hermosa joven que se ha cruzado en su camino.

Las dos protagonistas, Sarah Gadon como Lillibeth y Bel Powley en su papel de Margarita, llevan a cabo un trabajo magnífico, y el resto del elenco cumple. Si bien el espectador se queda con ganas de que Emily Watson y Rupert Everett, extraordinarios encarnando a los reyes Jorge e Isabel, hubieran tenido mayor relevancia en la cinta. Es una comedia ligera, alegre, y que, a pesar de un guion totalmente predecible, resulta muy agradable. Está bien ambientada, es elegante y comedida en la insinuación del imaginario romance de la princesa heredera. Su corto metraje contribuye también a que no se pierda el encanto y nos mantenga una constante sonrisa en los labios.

 

 

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