Tras el generoso revuelo organizado por Déjame salir que incluso fue nominada al Oscar a la mejor película (en un ejercicio más publicitario que estrictamente cinematográfico), había una lógica expectación por comprobar que nos ofrecía su director en su segunda película. Y aunque son títulos visiblemente distintos. Esencialmente Déjame salir y Nosotros se parecen mucho.

Ambas son dos películas que se acercan al cine de terror con cierta aura renovadora. No llegan a proponer cosas radicalmente distintas pero se agradece verlas porque uno no tiene la sensación de estar viendo lo mismo de siempre, al menos en un primer visionado. Y este es uno de sus principales logrosm Además, tanto Déjame salir como Nosotros parten de supuestos ciertamente inquietantes y en ambos casos, son desarrollados con pasmosa pulcritud. Pero Nosotros, como también ocurría con Déjame salir, pierde fuelle en su tramo final, como si todo lo que se hubiera estado construyendo durante más de una hora de película se mandara al traste en beneficio de lo mismo de siempre.

A mí, al final de Nosotros, me ha pasado algo parecido a lo que me ocurrió con Déjame salir, que puede que sea cierto que todo se tuerce un poco y que se vira sensiblemente hacia el tópico pero después de hora y media impecable, tampoco valía la pena enfadarse ahora. Sobre todo porque el conjunto de Nosotros se sostiene muy bien y porque además de proponer un relato, más que terrorífico, inquietante, tras la proyección uno sale con cierta sensación incómoda, somo si lo que acabara de ver fuera una improbable realidad sospechosamente familiar.

Lo interesante de Nosotros no es ya que su director Jordan Peele, haya demostrado que filma como pocos en estas fechas, ni si quiera que sepa generar una atmósfera de suspense que linde con lo terrorífico. Lo interesante de la película de Peele es que al final termina hablando de la sociedad, en este caso de la norteamericana, aunque de rebote termine también hablando de nosotros. Sobre esos miedos de una sociedad partida en dos, entre un nosotros y un “ellos”, que es donde radica el quid de la cuestión.

Es curioso no obstante como la carrera de Jordan Peele, hasta la fecha un secundario habitual en series de televisión y doblando dibujos animados, ha terminado dando un vuelto en beneficio de una cierta nueva forma de hacer terror. Bajo una sombra de discurso ético y con un cuidado desarrollo de la atmósfera Peele se ha perfilado de la noche a la mañana como uno de los mejores directores del género con la capacidad suficiente de ofrecer el día  menos pensado una obra maestra.