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Nueva vida en Nueva York

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Adultos

Nueva vida en Nueva York constituye la tercera parte de la trilogía escrita y dirigida por el cineasta francés Cedric Klapisch. La única constante en las películas es el reparto principal, encabezado por Xavier (Romain Duris), un francés licenciado en Económicas con vocación de escritor. A Xavier le acompañan siempre las que son las “mujeres de su vida”: Martine (Audrey Tautou); Isabelle (Cécile de France) y Wendy (Kelly Reilly).

En la primera película, Una casa de locos (2002), Xavier sale con Martine y conoce a Isabelle (belga) y Wendy (inglesa) en un piso con Erasmus en Barcelona. El film relataba las vicisitudes de Xavier y su pandilla de veinteañeros, que compartían experiencias similares en torno a las relaciones de amistad y de pareja típicas de un grupo de estudiantes despreocupados y vividores. Años más tarde, en Las muñecas rusas (2005), esos mismos personajes se reúnen en la boda de uno de ellos en San Petersburgo y las tramas románticas iniciadas en Barcelona se retoman. Xavier, que intenta sobrevivir como escritor, rompió con Martine pero siguen siendo amigos e inicia ahora una relación sentimental con Wendy. Por su parte, Isabelle, que es lesbiana y va de una pareja a otra, sigue siendo su mejor amiga y confidente.

En Nueva vida en Nueva York, los personajes rondan los 40 y su situación emocional y personal continúa sin estabilizarse, pero esta vez con hijos y verdaderas responsabilidades a sus espaldas. Ahora Xavier es un escritor de éxito que lleva varios años casado con Wendy y juntos tienen dos hijos, Tom y Mia. Al mismo tiempo, Isabelle, ha decidido ser madre y Xavier se ofrece, en contra de los deseos de Wendy, a proporcionar el esperma con el que será inseminada artificialmente. En medio de esta crisis, Wendy viaja a EE.UU. por motivos de trabajo y se enamora de un americano que vive en Nueva York. Wendy vuelve a París para dejar a su marido, pero pronto decide mudarse a la ciudad de los rascacielos con los niños. Angustiado por la idea de perder el contacto con los pequeños, Xavier se traslada también a New York para iniciar la nueva vida que da título a la producción.

En un principio Xavier vive con Isabelle, que también se ha trasladado recientemente a la Gran Manzana, y comparte apartamento con ella y su novia Ju (Sandrine Holt). Tal y como ocurría en el resto de películas, su llegada a Nueva York se ve envuelta en toda clase de líos: tiene que encontrar un lugar decente donde vivir cerca de sus hijos y aunque trabaja a distancia con su editor francés que le presiona para que termine de escribir su última novela, necesita un trabajo que le permita permanecer en EE.UU. Así, en un intento por asegurar la ciudadanía estadounidense, Xavier se casa con Nancy (Li Jun Li), la sobrina de un hombre chino que se siente en deuda con él por haberle prestado ayuda cuando fue atacado en mitad de la calle. Además, una vez que nace la niña, Isabelle pide responsabilidad paternal a Xavier y él también le ayudará a ocultar a Ju el affaire que la primera está manteniendo con la canguro del bebé. Al mismo tiempo, su ex novia Martine llega a la ciudad con sus dos hijos y parece querer recuperar la historia de amor con Xavier.

Al igual que en las anteriores ocasiones, Klapisch aligera la tensión generada por el enredo y los problemas a través del humor y de una estética atractiva que despliega todo tipo de trucos: montajes de imágenes, animaciones, efectos a cámara lenta, escenas de fantasía como aquellas en las que el protagonista reflexiona junto a los fantasmas de los filósofos alemanes Schopenhauer y Hegel…Por otra parte, la película incluye cierto mensaje positivo en torno al paso del tiempo y el mantenimiento de las amistades, al amor que Xavier desprende hacia sus hijos que le hace dejar todo para irse a EE.UU… También se muestran momentos de introspección en los que el protagonista hace un balance sobre su propia vida en un intento de que todo el embrollo que conforma su existencia no se desmorone.

No obstante, la justificación de las acciones de los personajes es siempre superficial, se frivoliza constantemente sobre temas tan importantes como la honestidad y la sinceridad entre las personas, la fidelidad, el matrimonio o la paternidad responsable. Todos ellos se comportan egoístamente, rasgos propios de la sociedad escéptica y relativista a la que representan, intentando normalizar unas decisiones y situaciones que son, cuanto menos, insensatas. Son adultos que siempre están improvisando, que actúan sin tener en cuenta las consecuencias que sus actos pueden tener sobre terceras personas, ni siquiera cuando se trata de la vida de sus hijos pequeños. Así, los personajes principales, a pesar de que se supone que han evolucionado como personas en todos estos años, siguen experimentando una flagrante inmadurez emocional. “La vida es muy complicada”, oímos decir a Xavier en algún momento, pero quizás la suya no lo sería tanto si las supuestas reflexiones que entabla con los mencionados filósofos fueran productivas y conllevaran elecciones verdaderamente sopesadas y atinadas.

 

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